miércoles, 24 de diciembre de 2008

Natividad

Natividad, la fiesta tradicional compartida por la mayoria de los habitantes que circulan por esta mañana acuosa tucumana apresurados por adquirir regalos y asegurar la comida, centro de las reuniones familiares.Mientras los observo saltando entre remolinos de agua me pregunto si en sus corazones aleteará el espiritu navideño.Si en las pausas del afan de adquirir se acuerdan del niño que vino a redimir al mundo o que existió un San Nicolás que ayudaba a los niños pobres y que este acto en realidad fué el origen de los obsequios que se reciben en la nochebuena.Reflexiono que el mejor regalo que se le puede dar a una persona en esta fecha es nuestro tiempo.No imaginamos cuanto lo necesita, al niño que te pide un pan en la calle, al anciano que no tiene quien lo visite en el asilo, a los niños que se han quedado huérfanos, al pordiosero, a los que se encuentran en la cárcel, a los niños que yacen enfermos en hospitales y que quizás nunca tuvieron un momento de alegría, un juguete o una golosina navideña.¿Nos damos cuenta como hace falta en este mundo el amor, la fe, la honestidad, la bondad, el respeto y tanto valores que habría que mencionar?. Mientras contemplo las gotas deslizarse por el cristal de la ventana, un niño humedo se detiene en la vereda de enfrente temblando de frío, extendiendo la mano a los distraidos transeuntes que lo ignoran. Luego de insistir un rato , saca un manojo de estampitas que se humedecen rapidamente en sus manos esperando el espiritu navideño que lo esquiva.Lo veo poner la mano en el bolsillo y buscar otro escenario. Tal vez a la tarde tenga suerte, tal vez a la noche, a la hora que nazca el niño en los corazones, tal vez...Mientras tanto el espiritu navideño se guarece de esta lluvia persistente. Un simbolo.

martes, 9 de diciembre de 2008

Natura

El sol reverbera en el cristal iridiscente del rocío de la madrugada, cual lágrima solitaria deslizándose por el terciopelo de los pétalos. Trinos ocultos y apagados anuncian la presencia furtiva de alguien, moviéndose en la sofocante floresta. Natura misma se inhibe entre las sombras protectoras de la vegetación. Un presagio de fatalidad invade el espacio, invitando a las aves de rapiña a circundar el orbe natural y silente, en múltiples y anillados círculos. Las sombras, arabescos neutros mimetizados entre árboles añosos y centenarios parece que ocultan un misterio, entre follajes con reminiscencias ancestrales. De pronto, entre los canoros trinos, un grito desgarrador hiere la silente orfandad, agudo, dolido, aterrador ante lo ineluctable. Las aves emprenden una precipitada huída, haciendo temblar las copas de los vetustos árboles, abriendo senderos certeros a los depredadores, que ven recompensada su larga espera. Un último estertor de las copas, del follaje, entre las ramas y el silencio apoderándose de todo el orbe, enlutado por un misterio cuya tristeza, las innumerables flores expresan en sus pétalos húmedos de rocío; contemplando, a través del reverberar de sus iridiscentes cristales húmedos, la liberación de un alma solitaria elevándose hacia el cielo, acompañando los últimos rayos de luz que anuncian la proximidad del ocaso.
En el hueco seco de un imponente árbol, un par de ojos atemorizados, han quedado atrapados entre la fatalidad, cuyos motivos ignora y la naciente oscuridad que teme. A esos ojos lo acompaña un cuerpo diminuto, delgado, temblando en convulsivas contracciones, aferrado a un objeto grana, de albo contenido, revelador de un misterio que hace temblar más a este ser que el escalofriante alarido que lo obligó a buscar refugio entre los arbóreos restos de la floresta. Un búho, cual saeta relampagueante, cruza el oscuro espacio, emitiendo un sonido que parece una burlona carcajada, repetida en ecos insondables. El silencio que sigue es una pesada cadena que inmoviliza su voluntad , más aún cuando de entre las sombras, clamores apagados, acompañan voces desconocidas que se pierden a lo lejos.
La noche, tiende un pesado velo intimidador para sus sentidos. Se acurruca en la madera húmeda, temblando, mientras escudriña a través del follaje que se mueve a intervalos inquietantes; mientras el objeto grana palpita iridiscente entre sus temblorosas manos. La angustia atenaza su garganta, sintiendo tañer en sus oídos el repiqueteo constante de un corazón que late agónicamente. Céfiro, embravecido lo apretuja contra la corteza del refugio, silbando en sus oídos, castigando la espesura. El terror comienza a alterar su conciencia, hasta tal punto que a las voces fantasmales se suma un murmullo creciente que se siente aún lejano, pero que se acerca lento e inexorable. Siente el deseo de huir, pero antes quiere desprenderse de ese objeto que lo encadena a ese lugar. Objeto que lentamente va perdiendo fuerza, mientras paradójicamente, el murmullo crece, como si lo unieran lazos invisibles. La angustia, el terror contenido se desborda, echando a correr en la oscuridad tempestuosa. Truenos y relámpagos, hieren la bóveda por arriba del follaje, mientras a sus espaldas el murmullo toma forma de un llamado angustiante, que se mezcla con los elementos y por momentos, pareciera que fueran uno. Corre, con los elementos sobre él, hasta que tropieza con un arquetipo antropomorfo, en un claro de la floresta. Se aferra a ese obstáculo, tembloroso, mientras el barro y el agua se adhieren a su rostro. Lo contempla iluminado, por la luz de los relámpagos, con el objeto grana y albo que, al caer de sus manos temblorosas, reposa en el pecho del cuerpo inerme, mientras enloquecido de terror y en medio de los vahídos convulsivos del desvanecimiento es alcanzado por ese murmullo atemorizante que toma forma de una voz firme pero dolida que clama : Caín... ¿qué has hecho?. La voz de la sangre de tu hermano... clama a mí desde las profundidades...

sábado, 11 de octubre de 2008

Amor

Céfiro infligía un hálito suave e íntimo sobre una pareja ocasional, que se refugia bajo el ámbito acogedor de un lapacho rosado. El, embriagado en el aroma a nardo de esa aparente suave piel; prodigaba interminables caricias enredándose en las olas caprichosas de sus cabellos. Mientras soy involuntario espectador de esta escena reflexiono sobre el amor. ¿Qué será el amor?
De lo único que estoy seguro es que no es algo dentro del ámbito de la mente. Por lo tanto, cuando logramos que ésta esté quieta, invitante, sin un sentimiento de espera, ni en una actitud de pedir, ni exigir, ni buscar, ni poseer, cuando ya no tiene celos y temor, ni ansiedad, cuando esta realmente en silente expectación, sólo entonces, es posible ser anfitrión de esa fuerza llamada amor.
Si pudiéramos comprender que la razón de que no sintamos amor es porque las cosas de la mente han llenado nuestros corazones (celos, envidias, deseos de ser alguien, ambición, éxito).
El amor sólo puede existir cuando está ausente el pensamiento del "Yo" y la libertad con respecto al "Yo" reside en el conocimiento propio, en la expectación diaria de observarse en cada conducta. Comprender que no es lo que creemos que tenemos adentro lo importante porque son nuestros actos los que nos definen y así llega la comprensión.
El amor no tiene nada que ver con la sensación, que no es un medio para realizarse. El amor existe por sí mismo, sin ningún resultado.
Para la mayor parte de la gente, el amor está vinculado con el sexo y el placer y todos los tormentos que acompañan a esta idea hedonista: celos, envidias, antagonismos, dependencia.
No puede haber amor si uno no termina a través de la comprensión con todo el conocimiento acumulado cada día, heridas psicológicas, compararse con otra persona, compadecerse a sí mismo, de modo que al día siguiente la mente se encuentre fresca y joven. Una mente así nunca puede ser lastimada, y eso es inocencia. En esa inocencia se encuentra el amor.
Una de las cosas extrañas relacionadas con el amor es que cualquier cosa que podamos hacer, será correcta si amamos. Cuando hay amor, la acción es siempre correcta, en todas las circunstancias. Y cuando existe esa calidad del amor, hay compasión. La compasión implica pasión por todo. Hablamos de la pasión, no como deseo sino como esa fuerza, ese impulso de sentir la vida en plenitud.
Mientras desando el camino recorrido con lentitud, la pareja son dos tortolitos que se difuminan entre las flores del lapacho que el céfiro hace revolotear lúdicamente a su alrededor.

martes, 16 de septiembre de 2008

Tiempo

"...Aprende a usar el tiempo en los aspectos prácticos de tu vida -podemos denominarlo el "tiempo de reloj"-, pero regresa inmediatamente a la conciencia del presente cuando esos asuntos prácticos estén resueltos. Así no habrá una acumulación de "tiempo psicológico", que es la identificación con el pasado y la continua proyección compulsiva hacia el futuro..." E. Tolle - El Poder del Ahora

Hora pico. Un enjambre de gente precipitandose por galerias y comercios del centro de la ciudad. Sentado en este ocasional bar, contemplo a traves de las volutas caprichosas de la taza de café como se difuminan en los vericuetos de la calle. Frente mío, un reloj de pared damasquinado cuenta otra historia en el acompasado transcurrir del tiempo. Reflexiono que nuestras vidas se consumen principalmente en el tiempo (tiempo no en el sentido de la secuencia cronológica, de los minutos, horas, días y años, sino en el sentido de la memoria psicológica). Vivimos a base de tiempo, somos el resultado del tiempo. Nuestras mentes son el producto de muchos ayeres, y el presente es tan solo el pasaje del pasado hacia el futuro. Nuestras mentes, nuestras actividades, nuestro ser se basan en el tiempo; sin el tiempo no podemos pensar, porque el pensamiento es el resultado del tiempo, es el producto de muchos ayeres, y no hay pensamientos sin la memoria. La memoria es tiempo. Hay dos clases de tiempo: el cronológico y el psicológico. Existe el tiempo como ayer según el reloj, y el tiempo como ayer según la memoria. No es posible desechar el tiempo cronológico, sería absurdo, pero ¿existe realmente el tiempo psicológico?¿Existe el tiempo tal como lo piensa la mente?El tiempo psicologico es el producto de la mente, no existe aparte de la mente. No hay tiempo sin la base del pensamiento; el tiempo es tan solo memoria como el ayer en conjunción con el hoy, lo cual moldea el mañana.Es decir, el recuerdo de la experiencia de ayer en respuesta al presenta crea el futuro, y esto sigue siendo el proceso del pensamiento, un sendero de la mente. El proceso del pensamiento origina progreso psicológico en el tiempo, pero ¿es real ese tiempo, tan real como el tiempo cronológico?Y ¿podemos usar ese tiempo que pertenece a la mente, como medio para comprender lo eterno, lo esencial, lo intemporal?Esto es importante, porque la felicidad, el amor, no es del ayer, no es producto del tiempo, sino del presente.Cuando hay un extasis visual, no hay tiempo; solo existe el presente inmediato. La mente, al intervenir después de la experiencia, en el ahora, la recuerda y desea continuarla, reuniendo mas y mas de si misma y creando, de tal modo el tiempo. Asi pues, el tiempo es creado por lo superlativo, por "el más"; el tiempo es adquisición y el tiempo es también desapego, que sigue siendo una adquisición de la mente.¿Es cuestion de tiempo la realización espiritual?La mayoria de nosotros estamos acostumbrados a pensar que el tiempo es necesario para la superación espiritual: soy tal cosa;y para cambiar lo que soy en lo que debo ser, se requiere tiempo. Soy codicioso, con los resultados que trae la codicia, o sea, la confusión, el antagonismo, el conflicto y la desdicha; para producir la transformación, que es no codicia, creemos que necesitamos tiempo. En otras palabras, el tiempo es considerado un medio para evolucionar hacia algo mas grande, para llegar a ser alguna otra cosa. El problema es éste: uno es violento, codicioso, envidioso, irascible, vicioso o pasional. Para transformar lo que es, ¿se requiere tiempo?En primer lugar, ¿porque queremos cambiar lo que es, o producir una superación espiritual?¿por que?Porque nos desagrada lo que somos; ello genera conflicto, perturbación, y como ese estado no nos gusta, anhelamos algo mejor, algo mas noble, mas idealista.En consecuencia, deseamos la superación espiritual porque hay dolor, aflicción, conflicto. ¿Puede el conflicto vencerse por medio del tiempo? Si afirmamos que será vencido con el tiempo, seguimos estando en conflicto. Cuando empleamos el tiempo como medio para adquirir una cualidad, una virtud o un estado del ser, no hacemos sino postergar o eludir lo que es; y creo que resulta importante comprender este punto.Hallándonos en un estado de conflicto, deseamos lograr un estado en que no haya conflicto. Decimos que la resistencia al conflicto es necesaria a fin de vencer el conflicto y que para esa resistencia debemos disponer de tiempo. Pero la propia resistencia al conflicto es una forma de conflicto. Empleamos nuestra energia en resistir el conflicto que se expresa bajo la forma de lo que llamamos codicia, envidia o violencia, pero nuestra mente sigue estando en conflicto: es importante, por lo tanto, ver la falsedad del proceso que implica depender del tiempo como un medio para conquistar la violencia y, de tal modo, vernos libres de ese proceso. Entonces somos capaces de ser lo que somos: una perturbación psicológica que es la violencia misma.


"... Si te marcas un objetivo y avanzas hacia él, estás usando el tiempo de reloj. Eres consciente de adónde quieres ir, pero valoras y das la máxima atención al paso que estás dando en este momento. Si te centras excesivamente en el objetivo, quizás porque estás buscando la felicidad, la realización, o completar tu sentido de identidad, dejas de honrar el ahora. Entonces se queda reducido a un simple paso intermedio sin valor intrínseco que te permite acceder al futuro..." E. Tolle - El Poder del Ahora

"...Permíteme repetirlo otra vez: el momento presente es lo único que tienes. Nunca hay un momento en tu vida que no sea "este momento"..." E. Tolle - El Poder del Ahora

martes, 2 de septiembre de 2008

Soledad

Termino de escalar la montaña, luego de aproximadamente unas agotadoras ocho horas de batallar con lajas y rocas sueltas. Al coronar la cima me siento a recuperar el aliento y a contemplar desde 5.000 metros de altura, todo el valle a mis pies. El silencio es casi absoluto. El viento sisea entre las grietas de las rocas componiendo una sinfonía inconclusa. El ser se aquieta en un estado de expectación. La mente lentamente deja de encontrar obstáculos a medida que los pensamientos cesan, fluyendo en esta natura imponente en el cual estoy inmerso. Surge esa sensación de vacío, de no tener nada, de inseguridad. Ese vértigo ante la nada; eso que llamamos soledad. Entonces, presto atención a esta sensación. En otro momento, en la vorágine del mundo ¿cuál sería mi actitud o comportamiento? Mi reacción ante ella seguramente sería tratar de esquivar esta sensación de soledad. La evitaría con un libro, recurriendo a mi mp3, iría al cine o socialmente me volvería extraordinariamente activo, u o me dedicaría al culto o a la oración, o pintaría un cuadro; o lo lógico, escribiría alguna reflexión como esta sobre la soledad. Esto es lo que de hecho ocurre. Al darme cuenta de mi soledad, del dolor que la acompaña, del temor extraordinario e insondable que provoca, buscaría una evasión, y esa evasión llegaría a ser más importante. Por lo tanto, todos los ornamentos materiales, tecnológicos o de distracción serían importantes. Cuando damos importancia a valores secundarios, estos nos llevan a la desdicha y al caos. Por valor secundario me refiero al materialismo imperante en la que se basa la civilización moderna. Ella nos brinda estas evasiones: evasión mediante nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro nombre, nuestros estudios, la pintura, la música, etc.; toda nuestra cultura esta basada en esta evasión; nuestra civilización se funda en ella, y esto es un hecho. Estar solos es extraordinariamente difícil. Hay que ser extraordinariamente inteligente para estarlo porque la mente no nos deja. La mente se vuelve inquieta, se afana en buscar evasiones. Entonces, tendemos a llenar este vacío con lo conocido. Descubrimos como estar activos, como ser sociables; sabemos estudiar, navegar por internet. Llenamos esto que no conocemos con lo que conocemos. Intentamos llenar este vacío con diversas clases de conocimientos, relaciones o cosas. Ese es nuestro proceso, ésa es nuestra existencia. Cuando nos damos cuenta de lo que hacemos ¿seguimos creyendo que podemos llenar este vacío? Hemos probado todas las variantes para llenar este vacío de soledad y no lo hemos logrado. Lo hemos intentado con el cine, con internet, con grupos espirituales y un día nos damos cuenta que con nada de ello hemos llenado este vacío de soledad y que solo lo hemos ocultado. Si solo lo hemos ocultado, ahí sigue; por lo tanto volverá. Si somos capaces de evadirnos del todo, entonces vamos a parar a un manicomio o nos convertimos en extremadamente sensibles. Esto es lo que esta ocurriendo en el mundo.¿Es posible llenar esta vacuidad, este vacío? Si no lo es, ¿podemos huir de él, escaparnos? Si hemos experimentado y visto que esta evasión carece de valor, ¿no carecen acaso de valor todas las otras evasiones? Es indiferente que llenemos el vacío con esto o con aquello. La llamada meditación es también escapatoria. Poco importa que cambiemos nuestro medio de evasión. Entonces, ¿cómo sabremos que hacer con esta soledad? Sólo podremos saberlo cuando dejemos de evadirnos. Cuando estemos dispuestos a enfrentarnos con lo que es, lo cuál significa que no debemos recurrir a internet, o al cine y que debemos volver la espalda a la civilización, entonces aquella soledad se acabará, porque ha sufrido una completa transformación. Ya no es soledad. Si comprendemos lo que es, entonces lo que es es lo real. Como la mente está continuamente evitando, evadiéndose, rehusando ver lo que es, crea sus propios obstáculos. Como tenemos tantos obstáculos que nos impiden ver, no comprendemos lo que es y por lo tanto nos alejamos de la realidad; todos estos obstáculos han sido creados por la mente para no ver lo que es. El ver lo que es no sólo requiere buena dosis de capacidad y comprensión de la acción, sino que también significa volver la espalda a todo lo que hemos acumulado: nuestra cuenta bancaria, nuestro nombre y todo aquello que llamamos civilización. Cuando veamos lo que es, veremos cómo se transforma la soledad. Miro a mi alrededor, la sinfonía del viento regocijan mi ser y luego de llenarme del paisaje circundante cierro los ojos para mirar hacia mi interior. Ya no más evasiones externas. A enfrentar las múltiples carencias, complejos y neurosis con lo cual me evado interiormente.

lunes, 25 de agosto de 2008

La autoridad y las organizaciones

Mientras sacudo el desván de los recuerdos, emerge del polvo reinante, una frase que leí de un supuesto Maestro espiritual a la líder de una organización espiritualista, "Nadie tiene el derecho de pretender tener autoridad alguna sobre un discípulo, o sobre su conciencia. Nunca le preguntes lo que cree...No se debe forzar, ni someterlo a creencias o prácticas ceremoniales".Pero nosotros estamos acostumbrados a la autoridad o a la atmósfera de autoridad que pensamos que nos llevará a la espiritualidad. Esperamos que otro pueda, por su extraordinario poder-un milagro- elevarnos a ese estado ideal de gracia,con su promesa de vida eterna, pero con el paso de los años vemos que no hay transformación ni revelación esencial, exceptos en unos pocos. Cuando erigimos una autoridad, necesariamente estamos obligados a construir una organización o grupo alrededor de esa autoridad.En este simple acto como seres humanos, deliberada y voluntariamente nos aprisionamos en una jaula.Ninguna organización o grupo puede llevar al hombre hacia la espiritualidad.Si una organización es creada para este propósito, se vuelve una muleta, una debilidad, una esclavitud, y deja inválido al individuo, y le impide crecer, establecer su singularidad; miente en el descubrimiento por sí mismo de lo absoluto, de la verdad incondicionada, porque en el momento en que seguimos a alguien, dejamos de seguir a la verdad.Generamos una dependencia psicologica no inteligente. No hay inteligencia cuando aceptamos como verdad la interpretación o comprensión de una fuente externa a nosotros.Siempre será la comprensión y el acercamiento a la verdad del otro.Nunca el nuestro.Esta comprensión es necesaria porque nuestras multiples creencias no nos ha transformado, solo nos ha complicado y porque no estamos dispuestos a hacer frente a las cosas tal cual son.Nosotros queremos tener nuestro propio dios, nuevos dioses en lugar de las religiones viejas, nuevas formas en lugar de las viejas, todo igualmente sin valor, todas las barreras, todas las limitaciones, todas las muletas. En lugar de las distinciones espirituales viejas nosotros tenemos nuevas distinciones espirituales, en lugar de los cultos viejos nosotros tenemos nuevos cultos. Nosotros dependemos para nuestra espiritualidad de alguien más, para nuestra felicidad de algún otro, para su esclarecimiento de algún otro.Las organizaciones no pueden hacernos libres.
Ningún hombre puede hacernos libres; ni lo puede la adoración ordenada, ni la inmolación de nosotros mismos para una causa; ni formándose una organización, ni lanzándose en trabajos comunitarios, puede hacernos libres. Nosotros usamos una computadora para escribir mails, pero no la ponemos en un altar y le rendimos culto. Pero eso es lo que estamos haciendo cuando las organizaciones se convierten en nuestra principal preocupación. "¿Cuántos miembros hay allí?" Ésa es la primer pregunta que se hacen todos. "¿Cuántos seguidores tiene? Por su número los demás juzgan si lo que el líder dice es verdad o falso.Entonces vemos cuan absurda es la estructura que hemos construido, buscando ayuda externa, dependiendo de otros para nuestro consuelo, para nuestra felicidad, para nuestra fuerza. Éstos sólo pueden encontrarse dentro de nosotros mismos.Estamos acostumbrado a escuchar cómo hemos adelantado, cual es nuestro estado espiritual. ¡Qué infantil! ¿Quién sino nosotros mismos podemos decir si somos hermosos o feos por dentro? ¿Quién sino nosotros mismos podemos decir si somos incorruptible? No somos serios en estas cosas.La Verdad, siendo ilimitada, incondicionada, inaccesible por cualquier sendero en absoluto, no puede organizarse; ni se debe formar una organización para conducir o para forzar a la gente a lo largo de cualquier camino determinado. Si ustedes entienden primero esto, entonces verán cómo es imposible ordenar una creencia. Una creencia es puramente una cuestión individual, y usted no puede y no debe organizarla. Si usted lo hace, se transforma en muerta, cristalizada; se convierte en un credo, una secta, una religión, para ser impuesta a otras. Esto es lo que todos a lo largo del mundo estamos intentando hacer. La verdad se limita y se hace un juguete para aquellos que son débiles, para aquellos que sólo están disgustados momentáneamente. La verdad no se puede limitar, más bien el individuo debe hacer el esfuerzo de ascender a ella. Usted no puede traer la cima de la montaña al valle. Si usted quiere alcanzar la cima de la montaña, debe pasar a través del valle, subir por sus laderas, sin miedo a los precipicios peligrosos. Usted debe subir hacia la verdad, no puede "ser traída abajo" o ser ordenada para usted. El interés en ideas es sostenido principalmente por organizaciones, pero las organizaciones despiertan solamente interés desde afuera. El interés, que no nació por amor a la Verdad en sí misma, sino que fue despertado por una organización, no tiene ningún valor. La organización se convierte en un armazón en el cual sus miembros pueden encajar convenientemente. Ellos ya no se esfuerzan por alcanzar la Verdad o la cima de la montaña, sino que tallan para ellos mismos un nicho conveniente donde guardarse, o permiten que la organización los guarde, y consideran que la organización los llevará por eso a la Verdad.Pero aquellos que realmente desean entender, que se liberen de toda autoridad, que estén buscando encontrar aquello que es eterno, sin comienzo y sin un final, caminarán con una intensidad mayor, serán un peligro para todo lo que es no esencial, para lo irreal, para las sombras. Y ellos se concentrarán, ellos se volverán la llama, porque ellos entienden. Tal es el cuerpo que debemos crear.Y esto no debido a la autoridad, no debido a la salvación, no debido a la inmolación para una causa, sino porque usted entiende, y por lo tanto es capaz de vivir en lo eterno. Ésta es una cosa mayor que todo el placer, que todo el sacrificio.

jueves, 21 de agosto de 2008

La autoridad

Es importante comprender cómo surge la autoridad. La autoridad es coacción, compulsión, el poder de una persona sobre otra, de los pocos sobre los muchos o de los muchos sobre los pocos. ¿Qué da origen a la autoridad? Obviamente, nace del deseo que cada uno de nosotros tiene de encontrar un modo seguro de comportamiento: “queremos que se nos diga lo que debemos hacer”. Estando en conflicto, confundidos, preocupados, acudimos a un sacerdote, a un maestro, a un padre o a alguna otra persona buscando una salida para nuestra confusión. Pensando que él sabe mejor que nosotros lo que hay que hacer, vamos a ver al Maestro o a algún otro hombre ilustrado y le pedimos que nos diga cómo debemos actuar. Por lo tanto, es nuestro deseo de encontrar un estilo particular de la vida, una forma de conducta, lo que da origen a la autoridad, ¿no es así? Digamos, por ejemplo, que voy a ver a un Maestro. Acudo a él porque pienso que es un gran hombre que conoce la verdad, que consiguió la revelación y que, por lo tanto, puede darme paz. No sé nada acerca de todo esto por mí mismo, de modo que acudo a él, me prosterno, le entrego mi devoción. Deseo ser consolado, que me digan lo que tengo que hacer y, de ese modo, creo una autoridad. Esa autoridad no tiene una existencia real fuera de mí. Si es de verdad inteligente, me ayudará a que crezca para ser también inteligente, me ayudará a que comprenda la confusión en que vivo a fin de que no busque la autoridad, ni la de él ni la de ningún otro. Si es inteligente me hará comprender que existe la autoridad del ideal, que no es externa sino interna. Cuando decimos: "debo ser bueno, no debo ser envidioso, debo sentirme fraternal con todos", creamos en nuestra mente la autoridad de un ideal, ¿no es así? Supongamos que soy intrigante, estúpido, cruel, que lo quiero todo para mí, que deseo el poder. Ése es el hecho, es lo que realmente soy. Pero pienso que debo ser fraternal porque así lo han dicho las personas religiosas, y también porque es conveniente, provechoso decir eso; en consecuencia, creo el ideal de la fraternidad o la virtud. No soy fraternal, pero por diversas razones deseo serlo; de ese modo, el ideal o la virtud se convierte en mi autoridad. Entonces, a fin de vivir conforme a ese ideal, me impongo una disciplina. Me siento muy envidioso de usted porque tiene un abrigo mejor o más títulos o más virtudes; por consiguiente, digo: "no debo tener sentimientos de envidia, debo ser fraternal". El ideal se ha vuelto mi autoridad y trato de vivir conforme a ese ideal. ¿Qué sucede entonces? Que vida se convierte en una batalla constante entre lo que soy y lo que debería ser. Nosotros creamos la autoridad, la autoridad del estado, de la policía, la autoridad del ideal, la autoridad de la tradición. Quiero hacer algo, pero mi padre dice: "No lo hagas". Tengo que obedecerle, de lo contrario se enojará y dependo de él para alimentarme. Él me controla mediante el temor, ¿no es así? Por lo tanto, se convierte en mi autoridad. De igual modo, estamos controlados por la tradición: "debes hacer eso y no aquello, debes vestir de cierta manera, no debes mirar a los muchachos, o a las chicas..." La tradición nos dice lo que debemos hacer; y la tradición, después de todo, es conocimiento, ¿verdad? Están los libros que nos dicen lo que hay que hacer, nuestros padres nos dicen lo que hay que hacer, la sociedad y la religión nos dicen lo que hay que hacer. ¿Y a ustedes qué les ocurre? Quedan aplastados, abatidos. Jamás piensan, jamás actúan y viven vitalmente, porque todas estas cosas les atemorizan. Dicen que tienen que obedecer, de otro modo estarán indefensos. ¿Qué significa esto? Significa que han creado la autoridad, a causa de que están buscando un modo seguro de conducirse, una manera segura de vivir. La persecución misma de la seguridad crea autoridad, y así es como nos volvemos meros esclavos, viviendo sin ninguna capacidad para pensar, para crear. No sé si ustedes pintan. Si lo hacen, generalmente el maestro de arte les dice cómo pintar. Ven un árbol y lo copian. Pero pintar es ver el árbol y expresar sobre la tela o en el papel lo que sienten respecto de ese árbol, lo que significa: el movimiento de las hojas con el susurro del viento que pasa entre ellas. Para hacer eso, para captar el movimiento de la luz y de las sombras, tenemos que ser muy sensibles. ¿Y cómo podemos ser muy sensibles a cualquier cosa si tenemos miedo y estamos todo el tiempo diciendo: "debo hacer esto, debo hacer aquello, de lo contrario, qué pensará la gente?". Toda sensibilidad a lo bello es paulatinamente destruida por la autoridad. Surge, entonces, el problema de si debemos disciplinarnos. Si somos personas desobedientes; alguien ¿debe imponernos una disciplina? Si lo hacen, ¿qué ocurre? Cuando nos obligan a obedecer, al hacerlo, ¿no están mutilando nuestra mente? ¿No están comenzando a destruir nuestra inteligencia? Si nos fuerzan para que hagamos las cosas porque piensan que eso es lo correcto, ¿no nos vuelven estúpidos? Y a nosotros nos gusta ser disciplinados, que nos fuercen para que hagamos las cosas, aun cuando exteriormente puedan objetarnos. Eso nos da una sensación de seguridad. Si no nos forzaran, pensamos que estaríamos realmente mal, que haríamos cosas incorrectas; por lo tanto, decimos: "por favor, disciplínenos, ayúdenos a comportarnos correctamente". Entonces, ¿deben disciplinarnos o más bien ayudarnos a que comprendamos por qué somos desobedientes, por qué hacemos esto o aquello? Esto significa, sin duda, que como maestro o padre no debemos tener sentido alguno de autoridad. Debemos ayudar realmente a que los demás comprendan las dificultades, por qué son malos, por qué huyen; debemos desear que se comprendan a sí mismos. Si les forzamos no los ayudamos. Si como maestro quiero ayudarles de verdad a que se comprendan a sí mismos, eso significa que sólo puedo ocuparme de unos pocos niños o niñas. No puedo tener cincuenta estudiantes en mi clase. Sólo he de tener unos pocos, de modo que pueda prestar atención individual a cada uno de ellos. Entonces, no crearé la autoridad que les obligue a hacer algo que probablemente harían por su propia cuenta una vez que se comprendieran a sí mismos. Espero, pues, que vean cómo la autoridad destruye la inteligencia. Después de todo, la inteligencia puede advenir sólo cuando hay libertad, libertad para pensar, para sentir, para observar, para investigar. Pero si les fuerzo, les hago tan tontitos como yo lo soy; y esto es lo que por lo general ocurre en una escuela. El maestro enseña lo que sabe él y no saben ustedes. ¿Pero qué es lo que el maestro sabe? Un poquito más de matemáticas o geografía. Él no ha resuelto ninguno de los problemas vitales, no ha investigado las cosas enormemente importantes de la vida, ¡y truena como Júpiter o como un sargento mayor! Por lo tanto, en una escuela de esta clase es esencial que, en vez de ser meramente disciplinados para que hagan lo que se les diga, se les ayude a comprender, a ser inteligentes y libres, porque entonces serán capaces de afrontar sin temor todas las dificultades de la vida. Esto requiere un maestro competente, un maestro que se interese realmente por ustedes, que no está preocupado por el dinero, por su esposa y sus hijos; y es responsabilidad tanto de los estudiantes como de los maestros crear un estado de cosas semejante. No se limiten a obedecer, descubran cómo resolver un problema por sí mismos. No digan: "hago esto porque mi padre quiere que lo haga". Descubran más bien por qué quiere él que lo hagan, por qué piensa él que una cosa es buena y alguna otra es mala. Háganle preguntas, de modo tal que no sólo despierten la propia inteligencia, sino que también le ayuden a él a ser inteligente. ¿Pero qué es lo que suele ocurrir cuando comienzan a hacerle preguntas a su padre? Él les castiga, ¿no es así? Está preocupado por su trabajo y no tiene la paciencia, el amor para sentarse y conversar con ustedes sobre las enormes dificultades de la existencia, de ganarse la vida, de tener una esposa o un marido. No quiere tomarse tiempo para examinar todo esto, de modo que les aparta o les manda a la escuela. Y en esto, el maestro es igual que el padre de ustedes, igual que cualquier otra persona. Pero es responsabilidad de los maestros, de los padres y de todos nosotros, contribuir al despertar de la inteligencia. La inteligencia es el cuestionamiento del método. El temor destruye la inteligencia, ¿no es así? El temor nos impide examinar, cuestionar, inquirir; nos impide descubrir lo verdadero. Quizá lleguemos a ser inteligente cuando ya no sintamos temor. Tenemos que investigar todo el problema del temor y estar libre del temor; entonces existe la posibilidad de que seamos inteligentes. Pero si preguntamos: "¿de qué modo puedo ser inteligente?", estamos cultivando meramente un método y así nos volvemos tontos.

jueves, 14 de agosto de 2008

Meditación fugaz

La creación no es para el talentoso, para el dotado, para éstos es la creatividad pero nunca la creación. La creación está más allá del pensamiento y de la imagen, más allá de la palabra y la expresión. No es para ser comunicada porque no puede formularse, no puede envolverse en palabras. Puede sentirse en estado de completa y lúcida atención.Las rosas temblaban ante la agitada respiración del céfiro que ludicamente deslizaba las perlas traslucidas de rocio de un petalo a otro;salpicando a un distraido picaflor que por libar el nectar de esos pétalos recibió un inesperado chapuzón.Los albos pétalos destellaban intermitentes refractando la luz que competia, posandose, con el pico del picaflor que libaba hiperactivo sobre ellos.Contemplo como gotas furtivas se deslizaban de hoja en hoja en una suave carrera de posta.Contemplar toda esta manifestación de la creación, ver, con el cerebro aquietado pero a la vez sereno, sin la presencia furtiva del pensamiento, sin la respuesta de la memoria, eso es ver realmente. Es el milagro de lo nuevo sin la carga vieja de los rotulos y de las etiquetas del pasado donde interviene el pensamiento y genera la separatividad.Ver sin que existan los adjetivos calificativos, lo hermoso, lo bello.No nos damos cuenta que transitamos el sendero de esta vida sin ver realmente, que nos manejamos con imagenes, con etiquetas.Sin capacidad de asombro o de sorpresa. No nos damos cuenta que las palabras, los gestos, las emociones nos impiden ver.Le damos un nombre a un árbol, a una flor, los ponemos en categorías, y “eso es tal cosa o tal otra”.Ver con la totalidad del ser es meditación. Ese “ver” es el milagro de la humildad.Para ver debe haber humildad, y la esencia de la humildad es la inocencia. Ahí está esa montaña iluminada por el sol de la tarde; verla por vez primera, verla, como si nunca se la hubiera visto antes, verla con inocencia, verla con ojos que han sido bañados por el vacío, con ojos no marcados por el conocimiento –entonces el ver es una experiencia extraordinaria. Es algo totalmente nuevo. Para ver esta cualidad de lo nuevo tiene que haber humildad, esa humildad que nunca ha sido contaminada por el orgullo, por la vanidad.Es algo tan completamente nuevo, que en esta atención total sólo hay silencio. Lo nuevo existe desde este vacío.Hay atención cuando el cerebro está totalmente quieto; vivo y sensible, pero quieto.La atención, el ver completo e instantáneo, termina con la soberbia. Este “estado” despierto es humildad. La atención es virtud porque en ella florecen la bondad y la caridad. Sin humildad no hay virtud.

lunes, 11 de agosto de 2008

Discriminación

Terminada mi rutina de gimnasia me siento en el césped recién cortado para reponerme de la fatiga. Día del niño। El parque se fue llenando de a poco con las familias que decidieron , aprovechando la calidez del domingo, festejarlo en contacto con la naturaleza। Mi vista vaga de un grupo familiar a otro y se detiene, curiosa, en un niño humilde que vende globos montado en una bicicleta. El niño se fue acercando de a poco hacia un grupo familiar cuyos hijos juegan a la pelota sobre el cesped. Se para a una prudente distancia a observarlos. Uno de los niños del grupo se acerca curioso a él diciendole algo o invitandolo a jugar. Del grupo de padres sale una madre presurosa para alejar al niño del intruso y llevarse a los otros niños a la seguridad del núcleo familiar. Contemplo al niño humilde que queda solo en la vastedad del paisaje, subir a su bicicleta alejandose entre el vaiven de los globos. Inevitablemente, este triste hecho me hace reflexionar sobre la discriminación. Culturalmente, estamos condicionados por estereotipos de pensamientos, o sea convicciones o creencias de que pertenecemos a un grupo o sistema con caracteristicas particulares que consideramos las correctas y las cuales proyectamos. Esta separación genera un prejuicio,o sea, condiciona nuestras actitudes y opiniones."Yo estoy educado y me manejo en un circulo social con personas con las cuales comparto inclinaciones afines. Todo lo demas que no pertenece a ese circulo lo discrimino".Esto se origina en el pensamiento que es tiempo y el tiempo es movimiento, medida. En la vida diaria medimos, comparamos, tanto en lo físico como en lo psicológico. Eso es medida; la comparación significa medida.Al comparar establezco un juicio de valor. Sabemos qué significa comparar. Decimos: "Esto es mejor que aquello"; nos comparamos con alguien que es más hermoso o menos inteligente. Hay comparación cuando decimos: "Recuerdo un río que vi hace un año; es todavía más hermoso que éste". Nos comparamos con un santo o con un héroe, con el ideal supremo. Este juicio comparativo embota la mente; no la estimula, no la torna comprensiva, abarcativa. Cuando comparamos constantemente, ¿qué ocurre? Cuando ven una puesta de sol y la comparan inmediatamente con una puesta anterior, o cuando dicen: "Esa montaña es hermosa, pero hace dos años vi una montaña que era aún más hermosa", no estamos mirando realmente la belleza que está ahí delante de nosotros. De modo que la comparación nos impide mirar plenamente. Si al mirarte a ti, por ejemplo, digo: "Conozco a una chica que es mucho más bonita", no te estoy mirando realmente, ¿verdad? Mi mente está ocupada con alguna otra cosa. Para mirar de verdad una puesta de sol, no tiene que haber comparación; para mirarte realmente, no tengo que compararte con ninguna otra persona. Sólo cuando te miro plenamente, sin ningún prejuicio comparativo, puedo comprenderte. Cuando te comparo con alguien no te comprendo, meramente te juzgo, digo que eres esto o aquello. Así, la estupidez surge cuando hay comparación, porque comparar a alguien con alguna otra persona implica falta de dignidad. Pero cuando te miro sin comparar, entonces mi único interés es comprenderte, y en ese interés mismo, que no es comparativo, hay inteligencia, hay dignidad humana. Una mente condicionada en estructuras, arquetipos o estereotipos de pensamientos es una mente confusa. La mente crea un patrón y en ese patrón queda atrapada; y entonces se fatiga, se embota, se vuelve estúpida, irreflexiva. Una mente confusa y condicionada es una mente que compara. ¿Podemos vivir sin comparación en la vida diaria? ¿Puede dejar de comparar por completo , no en la meditación sino en la vida de cada día? Usted compara cuando escoge entre dos tejidos, esta tela o esa, cuando compara dos automóviles o partes del conocimiento, pero en el plano psicológico, interior, nos comparamos con otros. Cuando esa comparación cesa, como debe ser, entonces ¿podemos valernos completamente por nosotros mismos? Eso es lo que está implícito cuando no hay ninguna comparación, lo cual no significa que usted vegete. De modo que, ¿podemos vivir nuestra vida diaria sin comparación? Hagámoslo una vez y descubriremos lo que eso implica. Entonces nos desprendemos de una enorme carga; y cuando descarga un peso innecesario, tiene energía.Donde hay energia hay amor.En tanto la mente está comparando, no hay amor; y la mente está siempre comparando, sopesando, juzgando, ¿no es así? Está siempre mirando para descubrir dónde está la debilidad; por lo tanto, no hay amor. Cuando la madre y el padre aman a sus hijos, no comparan un hijo con otro. Pero nosotros nos comparamos con alguno que es mejor, más noble, más rico; en la relación que establecemos con otro estamos siempre interesándonos en nosotros mismos, y así creamos internamente la falta de amor. De esta manera, la mente se vuelve más y más comparativa, más y más posesiva, más y más dependiente estableciendo, debido a eso, un patrón en el que queda presa. A causa de que no puede mirar nada de un modo nuevo, como sí fuera por primera vez, destruye el perfume mismo de la vida, que es el amor.
Nota: Articulo dedicado a los amigos de http://nodiscrimine.blogspot.com/ quienes gentilmente lo publicaron en el mismo. Comentarios del mismo en https://www.blogger.com/comment.g?blogID=2479198691197744357&postID=7766764549655644812

jueves, 7 de agosto de 2008

Seguridad

Sentado, observando las filas del teclado, viene a mi memoria un hecho ocurrido en una particular etapa de mi vida. Me encontraba a casi 5000 metros sobre el nivel del mar, casi en la cima de una montaña en el cual se encontraba una laguna. Dicha laguna se alimentaba de las ocasionales lluvias de la región.Era una montaña de arcilla roja y lajas sueltas. La laja de la laguna formaba bañeras naturales donde el agua, presa, se entibiaba bajo el inclemente sol. Parte de la laguna tenia playa de arenas blancas, donde se percibía las pisadas de las liebres que por la mañana subían a tomar agua y la ocasional huella de un puma americano que la había visitado. Desde allí se veía todo el valle en un caleidoscopio de colores diversos. El paisaje en conjunto era bellisimo y durante muchos años fue mi refugio de meditación a 12 horas de cualquier poblado. Se accedia allí subiendo desde los 3.250 metros.A esa altura el silencio era total, profanado solo por el silbido siseante de Shulco (nombre quechua que le dan los habitantes de la región al viento). La velocidad y la fuerza del viento crece a medida que uno va subiendo de altitud y este detalle es el protagonista de esta anécdota. Se me había ocurrido subir hacia la cima de esa montaña y lo llevé a cabo. Les conté que la montaña estaba principalmente constituida por lajas suelta, lo que hacia dificultoso y agotador la trepada. A medida que lo hacía, el viento arreciaba cada vez mas golpeandome contra la roca. En ese momento descubrí una faceta desconocida para mi de la inseguridad. El sentir que estaba a merced de un elemento sin que pudiera ejercer mi voluntad para controlarlo. El viento me mecía y me empujaba a medida que subia, sin que mi cuerpo pudiera poner resistencia. En ese momento senti ese sentimiento de inseguridad que se convirtio pronto en temor. Este hecho del pasado me hace reflexionar sobre el deseo de seguridad. La mayoría de nosotros queremos sentirnos seguros. Ésta es una de las exigencias de la parte animal de los seres humanos. Es evidente que debemos tener cierta seguridad en el sentido físico, debemos tener un lugar en donde vivir y debemos saber dónde vamos a comer la próxima vez. En el animal, en el bebe, en el niño, es muy fuerte el impulso a sentirse físicamente seguros, y la mayoría de nosotros exigimos sentirnos psicológicamente seguros. Por eso somos competidores, por eso somos celosos, tenemos codicia, envidia, somos brutales; por eso nos preocupamos tanto de cosas que nada importan. Esta demanda insistente de seguridad psicológicamente ha existido durante millones de años, y nunca hemos investigado su verdad. Hemos dado por sentado que debemos tener seguridad psicológica en nuestra relación con nuestra familia, con nuestra esposa o nuestro marido, con los hijos, con la propiedad, con lo que llamamos Dios. A toda costa queremos sentirnos seguros.Ahora bien, yo quiero estar en comunión con esta demanda de seguridad psicológica, porque es un problema real. El no sentirnos psicológicamente seguros significa, para la mayoría de nosotros, hundirnos, o bien volvernos neuróticos, raros. Podemos ver esa mirada peculiar en la cara de muchas personas. Quiero descubrir la verdad del asunto, quiero comprender toda esta exigencia de seguridad; pues es el deseo de estar seguro en la relación lo que engendra celos, ansiedad, lo que hace surgir el odio y la desdicha en que vivimos la mayoría de nosotros. Y habiendo exigido seguridad durante tantos millones de años, ¿cómo va la mente, estando tan condicionada, a descubrir la verdad de la seguridad? Para descubrir su verdad, ciertamente, tengo que estar en comunión con ella. No puede decírmelo otra persona. Eso sería demasiado tonto. Tengo que aprender yo mismo sobre ello, tengo que investigarlo, descubrirlo; tengo que estar en completa intimidad con esta exigencia de seguridad; si no, nunca sabré si existe o no eso de la seguridad. Éste es probablemente el gran problema para la mayoría de nosotros. Si descubro que no existe la seguridad en absoluto, entonces no hay problema, ¿verdad? Entonces estoy fuera de esta batalla por la seguridad, y, por lo tanto, mi acción en la relación humana es enteramente distinta. Si mi esposa quiere escaparse, escapará, y yo no convierto esto en un problema, no odio a nadie, no me vuelvo celoso, envidioso, furioso, y todo lo demás. Personalmente, no quiero convertir la seguridad en un problema; no quiero crear en mi vida un problema de ninguna clase: económico, social, psicológico o el llamado religioso. Veo muy claramente que una mente que tenga problemas; se vuelve obtusa, insensible, y que sólo es inteligente una mente sensible en alto grado. Y como este anhelo de seguridad es tan hondo y perpetuo en cada uno de nosotros, quiero descubrir la verdad sobre la seguridad, mas ésta es una cuestión muy difícil de investigar, porque, no sólo desde la niñez, sino desde el principio mismo del tiempo, siempre hemos querido sentirnos seguros: seguros en nuestro trabajo, en nuestros pensamientos y sentimientos, creencias y dioses, en nuestra nación, familia y propiedad. Por eso la memoria, la tradición, todo el trasfondo del pasado desempeñan un papel tan extraordinariamente importante en nuestra vida. Mas toda esa experiencia hace aumentar mi sensación de seguridad. Toda experiencia se registra en la memoria, se añade al almacén de cosas que han pasado. Esta experiencia acumulada llega a ser mi trasfondo permanente mientras yo viva, y con ese trasfondo sigo experimentando; por lo tanto, toda ulterior experiencia se añade a ese trasfondo de memoria en que me siento salvo y seguro, y lo refuerza. Tengo, pues, que darme cuenta de todo este extraordinario proceso de mi condicionamiento. No se trata de saber como librarme de mi condicionamiento, sino de estar en comunión con él en todo momento.
Entonces puedo mirar el deseo de seguridad sin convertirlo en un problema. Para descubrir lo verdadero sobre la seguridad, tenemos que estar en comunión con el profundo y arraigado deseo de estar seguros, que se está repitiendo constantemente en diversas formas: buscamos la seguridad, no sólo en la familia, sino también en recuerdos y en el dominio o la influencia de otro. Volvemos al recuerdo de alguna experiencia o relación que nos ha complacido, que nos dio esperanza, seguridad, y en ese recuerdo nos refugimos. Existe la seguridad de la habilidad, del conocimiento; existe la del nombre y la posición, y existe la de la capacidad: podemos pintar o tocar el violín o hacer cualquier otra cosa que nos dé una sensación de seguridad.Sin embargo, una vez que estamos en comunión con el deseo que nos impulsa a buscar seguridad, y percibimos que es este deseo el que crea contradicción, porque nada en la Tierra está nunca seguro, incluso nosotros mismos; cuando hemos descubierto eso y no nos hemos limitado a que nos hablen de ello, y hemos resuelto el problema por completo, entonces hemos salido de todo este campo de contradicción y estamos, pues, libres de temor.No fue mi caso en ese instante del pasado en que me senti desprotegido, inseguro, solo y con temor.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Miedo

Terminé mi rutina de gimnasia en el parque, luego de haber corrido metodicamente durante dos horas. Lo que queda de mi, se refugia al lado de un puente de piedra, que majestuosamente deja pasar las aguas que forman pequeños remolinos a medida que sortea obstaculos a mis pies. La mente esta aquietada, absorta, contemplando el paisaje solitario. De pronto, dos niños aparecen detras de la arboleda corriendo detras de un perro albo y saltarin. Al llegar al puente, uno de los niños lo atraviesa, seguido de cerca por el perro que lo cruza como una saeta. El otro niño queda al comienzo del puente, observando la imponencia de sus piedras y ante la angustia al descubrir que el puente no tiene baranda. El otro niño al verlo vacilar desde el otro lado lo arenga para que lo cruce, pero él no atina a moverse. Contempla con sus ojitos desmesurados, dejandose intimidar por el sonido del agua golpeando los flancos de piedra y se vuelve corriendo por donde habia venido. El miedo fue mas fuerte. Me pregunté en ese instante ¿Es posible liberarse del miedo? Y no hablamos de un miedo particular sino del miedo total, de toda la naturaleza y estructura del temor.No las particularidades del temor como ser los miedos fisicos, psicologicos, a la vejez, a la muerte, los miedos a la inseguridad fisica, a la incertidumbre del mañana, a la destrucción, a la soledad, los miedos conscientes e inconscientes. ¿Puede la mente estar libre de este condicionamiento?. ¿Que es el temor?. ¿Como surge?. ¿Cuál es su origen?. Uno puede apercibir claramente que el miedo se origina en la estructura del pensamiento, pensando en aquello que ocurrió ayer y que uno teme o pensando en el futuro. El pensamiento genera el miedo. Pensar en el dolor, en el dolor psicologico que uno experimento hace algún tiempo y desear que no se repita; el solo pensar en ello genera miedo. Y habiendo establecido psicologicamente cierta seguridad, no quiere que esa seguridad se altere, porque cada incertidumbre constituye un peligro y por lo tanto surge el miedo. El pensamiento es responsable del miedo y ¿cuál es el origen del pensamiento? Uno puede ver que el pensamiento es el origen del conocimiento, de la experiencia como recuerdo acumulado, de cuyo trasfondo surge una respuesta del pensamiento a cualquier reto. Si a uno le preguntan donde vive, la respuesta es inmediata. La memoria, la experiencia, el conocimiento es el trasfondo del cual brota el pensamiento. Por lo tanto el pensamiento nunca es nuevo; el pensamiento es siempre viejo; el pensamiento no puede ser nunca libre, porque esta atado al pasado y por lo tanto no puede ver nada nuevo. Cuando comprendo esto con claridad, la mente se aquieta por completo sin ser controlada ni aquietada. La vida es un movimiento constante de relación y el pensamiento, tratando de capturar ese movimiento en terminos del pasado como memoria, siente miedo a la vida. Porque la vida le crea inseguridad. No existe sistema o método alguno-no importa que sea Zen del Japón o un sistema de la India- para lograr que la mente este quieta, porque lo mas tonto que pueda hacer la mente es disciplinarse para estar quieta. Si vemos ahora todo eso-si lo vemos realmente y no como algo teórico-de ese percibir surge entonces una acción, y esa acción es la que nos libera del miedo. Asi, en cada ocasión en que el miedo surge, hay inmediata percepción y terminación de ese miedo.¿Que mecanismo interno generó temor en el niño?¿Sintió temor por el golpe continuo de las aguas sobre la base de piedra?.¿Le generó inseguridad la falta de baranda del mismo?¿Que pasó por su imaginación?¿Que mecanismos del pasado se despertaron en su subconsciente? Mientras tanto el puente se mantiene allí, imponente, ajeno e inmune, formando parte del solitario paisaje.

lunes, 4 de agosto de 2008

Libertad

Para la mayoria de nosotros la libertad es una idea, no una realidad. Y partiendo de lo interno me pregunto si la mente humana puede alguna vez ser del todo libre. Si puede dejar de funcionar y vivir dentro de las fronteras de su propio condicionamiento. Ver como la mente, al comprender de manera verbal que no existe libertad alguna sobre la tierra, ni externa, ni internamente, comienza a inventar la libertad en otro mundo, en una liberación futura, un cielo, etc. Inquirir si la mente puede alguna vez ser libre de la dependencia de las desvirtudes de nuestra personalidad, como el miedo, la ansiedad, los problemas y conflictos tanto en lo consciente como en los estratos mas profundos del inconsciente. Si puede haber una libertad psicologica completa para que la mente pueda dar con algo que no sea temporal, ni producto del pensamiento y que al mismo tiempo no sea una evasión de la vida cotidiana. ¿Y cual es la importancia de esto? A menos que la mente este del todo libre interna, psicologicamente, no podemos apercibir lo que es la verdad. Apercibir si hay una realidad que no sea inventada por el temor, que no sea moldeada por la sociedad o por la cultura en que vivimos y que no sea una evasión de la rutina diaria, con su tedio, soledad, inquietud y desesperación. Y esto no es posible si no llevamos nuestra mirada a nuestro interior y nos damos cuenta de nuestro propio condicionamiento, de la monótona superficialidad, del vacío y la insuficiencia de nuestra vida cotidiana regida por el temor. Pero desde el comienzo de la exploración tiene que haber libertad porque para explorar profundamente no solo necesitamos libertad sino tambien disciplina. Tanto la libertad como la disciplina van juntas, entendiendo la palabra disciplina desde su raíz que significa "aprender". La libertad genera su propia disciplina. Estas dos cosas son esenciales. Uno no puede aprender sobre si mismo a menos que sea libre de modo que pueda observarse sin modelos, patrones, formulas ni conceptos. Aceptando el hecho de que nuestras mentes estan condicionadas tanto por la cultura como por la sociedad. Esta entrenada para aceptar el miedo y para evadirse si ello es posible de ese miedo y nunca somos capaces de dar por teminada esa estructura del miedo. De manera que mi pregunta es ¿puede la mente, tan recargada como esta, poner fin por completo, no solo a su condicionamiento, sino tambien a sus miedos? porque es el miedo lo que nos hace aceptar el condicionamiento. Uno no puede ver muy clara y profundamente mientras no esta libre de esa cualidad del miedo; y es obvio que cuando hay miedo no hay amor.

viernes, 1 de agosto de 2008

Pensamientos

El lapacho blanco inclina sus ramas, en una modesta reverencia a la pequeña cascada que serpentea a mis pies. Su suave murmullo melifica mi interior invitándome a una serena expectación y recogimiento de mis sentidos. El árbol, comprensivo, acaricia mi ser con una cascada de hojas sepias. En esa expectación, la conciencia refleja esa acción natural, pero en vez de hojas son remolinos de pensamientos que fluyen, unos tras otros. Los dejo fluir; les presto atención. Pensamientos, pensar, ¿de donde surgen? Presto más atención. Entiendo que estoy una vez más ante una experiencia cuyo contenido se convierte automáticamente en conocimiento. Conocimiento que se archiva en los estratos de la memoria fluyendo en pensamientos. Descubrí al lapacho de mi interior, origen del torbellino de hojas que se agitan en la superficie de la conciencia. Contemplo también que ninguna de las hojas había afectado al agua que fluía mansamente a mis pies. En mi interior tampoco afectó mis emociones, manteniendo la quietud emocional. Descubro que el ciclo culmina con el movimiento de las hojas al caer mecidas por el céfiro. En mi interior se traduce en acción. Un ciclo completo del ser: experiencia; conocimiento; memoria; pensamiento; acción. Un ciclo atrapado dentro de un espacio-tiempo de culminación y de un nuevo comienzo. Comprendí que este es el modo en que he vivido y que jamás he salido de ese campo. Y que el contenido de mi conciencia es todo aquello que genera el pensamiento. Tomo el contenido de mi conciencia y lo observo. Hay un contenido rico en carencias y neurosis, complejos y culpas. Descubrí uno de los motivos del torbellino. Ahora viene lo más difícil, acompañar al torbellino, comprenderlo y sentir como se disuelve, para vivenciar una conciencia vacía del cúmulo de las cargas del pasado. Para vivenciar el estado de una conciencia libre de hojas sepias.

jueves, 31 de julio de 2008

El Niño

La luz reverbera en corpúsculos uniformes, en suaves y prístinos tonos, irradiándose en ondas. Siento como este estado de equilibrio y armonía se tensa en una entropía vertiginosa mientras mis sentidos se entorpecen y se densifican.
Siento el hábitat que me rodea mimetizándome involuntariamente con ella; atrás queda la plenitud del vacío existencial, vacío de creaciones voluntarias. Donde el Ego esta ausente y solo existe la VIDA. Vida que puja entre los sutiles hilos de una matriz de formas de pensamientos, en la cual la humanidad se encuentra desorientada. Siento, mientras rozo individualidades a mi paso, como las personas caminan por senderos creados por ellos mismos o por sus ancestros; erigiendo ideales que motivan sus pasos, logrando al final, el concepto sublimizado de sus creencias. Siendo el resultado de sus búsquedas, siempre lo conocido, lo prometido.
Entre ligustrinos surge un gorjeo, una risa feliz. Siento un latido de vida, en un niño, que contempla con ojos expectantes la fauna vernácula que no conoce y comienza a descubrir; en el vuelo raudo de una pequeña mariposa multicolor. Crisálida traslúcida, que danza de pétalos en pétalos, húmedos de rocío. Buceo en el interior de este niño, y lo que siento me transporta al aljibe primigenio, ¿alegría?¿sorpresa?¿placer? no, vacío traducido en su interior en silencio, quietud, armonía. Él me siente y su corazón se acelera. Siento como todavía su mente no esta programada por sus mayores; es una mente virgen, pura. Todavía siente el fluir de la vida en su interior, todavía responde a lo esencial. Todavía Dios mece los pliegues de su alma aún libre.
Lo veo proyectado en el espacio-tiempo de su vida terrena y veo venir a sus mayores con sus bagajes de conocimientos, la inculcación de hábitos que se convertirán en la razón de su vida ante la forjada creación de un ego.
Veo al mismo niño, ya no contemplando a las mariposas de la misma manera, sintiéndola, sino, como a un objeto con un nombre científico, con una cualidad inculcada, con un color determinado; veo como empieza a actuar en él el programa impuesto. Empieza a recorrer un sendero establecido, creado por alguien. Teniendo un objetivo de vida, no en la vida, también impuesto. Alcanzando siempre lo que ya conoce o espera, lo veo girando en un circulo confuso.
No veo en su vida algo, un reconocimiento nuevo, vital, divino. Solo queda una inocencia mancillada por virtudes conceptuales de creencias artificiales.
¿Fue‚ alguna vez un niño?
En este fugaz instante de su vida, siento a ese niño que corre detrás de esa mariposa, como a una irradiante oración de libertad ante lo fatal.
Una pena inunda mi estado de soledad y de quietud. El niño siente esa congoja, mientras la mariposa es un cristal traslúcido tras su cascada de lágrimas en el horizonte, mientras, desde lo profundo de mi ser siento el llamado de la vida. Acudo raudamente, mientras la armonía vuelve a mi espíritu en el corazón del único creador y me uno a su infinitud.

Virtud - Desvirtud

Cuando hablamos de ese rótulo de la mente llamado desvirtud en la cual incluimos todos aquellos sentimientos que nos perturban, que nos crean conflictos, automaticamente buscamos potenciar lo opuesto, o sea la virtud. Lo importante no es ser virtuoso porque al librarnos de la desvirtud una nueva cualidad de la virtud esta implícita. De suerte que, evidentemente, hay que darse cuenta de ello.Si la desvirtud de la mezquindad perturba mi accionar diario uno generalmente no es consciente de ello. Cuando uno llega a darse cuenta, ¿qué ocurre? Nos esforzamos por ser generosos, tratamos de vencer nuestra mezquindad, nos disciplinamos con el fin de ser generosos, etc. Pero, después de todo, el ejercitar la voluntad para ser algo sigue siendo parte de la mezquindad, dentro de un círculo mayor, porque puede que seáis muy generosos al hacer un gran donativo a vuestra sociedad, a vuestros amigos, pero terriblemente mezquinos en cuanto a dar más propina. Así, pues, si no hacemos ninguna de esas cosas y simplemente nos damos cuenta de lo que implica la mezquindad, sin aplicarle un término, veremos que ocurre una transformación radical.La perturbación o el conflicto es esencial para el entendimiento, y cualquier intento de hallar seguridad es un obstáculo a la comprensión; y cuando queremos librarnos de algo que nos perturba, ello es por cierto un obstáculo. Mas si podemos experimentar un sentimiento directamente, sin nombrarlo, creo que es mucho lo que en ello encontraremos. Entonces ya no hay pugna con el sentimiento, porque el ser que vivencia y lo vivenciado son una misma cosa; y eso es esencial. Mientras el ser que vivencia verbalice, el sentimiento, la vivencia, se separará de ella y actuará sobre ella; y tal acción es artificial, ilusoria. Pero si no hay "verbalización", el vivenciador y lo vivenciado son una sola cosa. Esa integración es necesaria, y hay que enfrentarla radicalmente.Si no hay verbalización uno puede apercibir ese estado perturbador y como un mero espectador observarlo, estudiarlo, comprenderlo. Pero, esto es importante entenderlo bien, no es el núcleo el que comprende, porque no hay un centro. Ahora bien, la desvirtud es para mi un problema porque me perturba. Si no fuera una cosa perturbadora, no sería problema para mí, ¿verdad? Porque causa dolor, ansiedad, porque creo que es feo, quiero librarme de él.Por consiguiente, es a la perturbación que yo me opongo, ¿no es así? Le doy diferentes nombres en distintos momentos, en diferentes estados de ánimo; un día lo llamo esto, y otro día otra cosa. Pero el deseo, en el fondo, es no verme perturbado. ¿No es eso? Como el placer no perturba, lo acepto. No deseo librarme del placer porque en él no hay perturbación, al menos por el momento. Pero el odio, el resentimiento, la mezquindad son desvirtudes muy perturbadores en mi vida, y yo deseo librarme de ellos.De suerte que mi interés es no ser perturbado, y estoy buscando una manera de no ser nunca perturbado. ¿Y por qué no he de serlo? Yo tengo que ser perturbado para des-cubrir algo. Yo tengo que pasar por tremendos trastornos, disturbios, ansiedades, para poder descubrir. Porque si no me veo perturbado, me quedaré dormido. Y tal vez sea eso lo que la mayoría de nosotros desea en realidad: que se nos apacigüe, que se nos haga dormir, alejarnos de toda perturbación, hallar aislamiento, reclusión, seguridad. Si a mí no me importa, pues, ser perturbado (realmente, no superficialmente) si no me importa ser perturbado porque deseo descubrir, entonces mi actitud hacia las desvirtudes, sufre un cambio, ¿verdad? Si no me preocupa el estar perturbado, entonces el nombre no tiene importancia. La palabra "mezquindad" no es importante; ¿lo es acaso? Porque entonces experimento directamente el estado que llamo mezquindad sin verbalizar esa experiencia. No sé si me explico bien. En otros términos: la mezquindad es una condición muy perturbadora, como lo son el odio y el resentimiento; y muy pocos de nosotros experimentamos la mezquindad directamente sin verbalizarla. Si no la verbalizamos, si no la llamamos "mezquindad", la experiencia es por cierto distinta, ¿verdad? a como la definimos, con ello reducimos la experiencia nueva a lo viejo o la fijamos en términos de lo viejo. Mientras que si no la nombramos, hay entonces una experiencia que se comprende directamente, y esta comprensión efectúa una transformación en el momento de esa vivencia. En esa transformación desaparece la dualidad.

miércoles, 30 de julio de 2008

Dios

Hace tan sólo cien años Friedrich Nietzsche declaró: "Dios está muerto y el hombre es libre". La siguiente frase que escribió fue: "Ahora puedes hacer lo que quieras. No hay responsabilidad. Dios está muerto, el hombre es libre, y no hay responsabilidad".
Esta expresión tuvo muchos detractores a través de la historia. Por otro lado el Budismo nos dice que “la palabra no es la cosa”. Cuando uno pone un nombre, un rotulo, a una persona, a un sentimiento es para identificar o describir. Y al darle un nombre creemos que la hemos comprendido. Decimos "eso es una rosa", la miramos rápidamente y continuamos nuestro camino. Al darle un nombre creemos haberla comprendido; la hemos clasificado y creemos que por eso hemos comprendido el contenido total y la belleza de esa flor; no la miramos más de cerca. Pero si no le damos un nombre, nos vemos obligados a mirarla. Es decir, nos acercamos a la flor, o a lo que fuere, en actitud nueva, con una nueva cualidad de examen; la miramos como si nunca la hubiésemos visto antes. El poner nombre es un medio muy cómodo de deshacerse de las cosas y de la gente. Pero si no le ponéis un rótulo, y, por lo tanto, tenéis que mirar la cosa individualmente ‑ya sea un hombre o una flor, un incidente o una emoción-, entonces os veis forzados a considerar vuestra relación con la cosa y la acción que de ahí resulte. De suerte que nombrar o poner un rótulo es un modo muy cómodo de deshacerse de tal o cual cosa, de negarla, condenarla o justificarla. Todos sentimos que hay un centro, un núcleo, desde el cual actuamos, juzgamos y denominamos, ¿no es así? ¿Qué es ese centro, ese núcleo? A algunos les agradaría pensar que es una esencia espiritual, Dios o lo que os plazca. Por lo tanto, descubramos qué es ese núcleo, ese centro que nombra, define, juzga. Ese centro, por cierto, es la memoria, ¿no es así? Una serie de sensaciones identificadas y conservadas; el pasado, vivificado a través del presente. Ese núcleo, ese centro, se alimenta del presente al nombrar, al clasificar, al recordar. Mientras exista ese núcleo, ese centro, no puede haber comprensión. Sólo con la disipación de ese núcleo surge la comprensión. Porque, al fin y al cabo, ese núcleo es memoria, recuerdo de diversas experiencias a las que se ha dado nombres, rótulos, identificaciones. Con esas experiencias nombradas y rotuladas, desde ese centro, se acepta y se rechaza, se toma la determinación de ser o de no ser, conforme a las sensaciones, placeres y penas del recuerdo de la experiencia. Ese centro es, pues, la palabra. Si no le dais nombre a ese centro, ¿hay acaso un centro? Esto es, si no pensáis con palabras, si no empleáis palabras, ¿podéis pensar? El pensar surge mediante la verbalización; o bien la verbalización empieza a responder al pensar. De suerte que el centro, el núcleo, es el recuerdo de innumerables experiencias de placer y dolor, expresado por medio de palabras. Observadlo en vosotros mismos, por favor, y veréis que las palabras, los nombres, se han vuelto mucho más importantes que la substancia; y vivimos de palabras. Las palabras tales como verdad, Dios, o los sentimientos que esas palabras representan, han adquirido para nosotros gran importancia. Somos la palabra que representa el sentimiento. Pero no sabemos qué es ese sentimiento, porque lo que se ha vuelto importante es la palabra. Si el nombre no hace al caso, si lo que importa es aquello que está detrás del nombre, entonces podéis inquirir; pero si estáis identificados con el nombre y confundidos con él, no podéis proseguir. Y nosotros estamos identificados con el nombre: la casa; la forma, el nombre, el mobiliario, la cuenta bancaria, nuestras opiniones, nuestros estimulantes, y así sucesivamente. Somos todas esas cosas; y esas cosas están representadas por un nombre. Las cosas han llegado a ser importantes, los nombres, los rótulos; y, por lo tanto, el centro, el núcleo, es la palabra. Cuando la mente está de veras tranquila, entonces es posible que se manifieste aquello que es inconmensurable. Cualquier otro proceso, cualquiera otra búsqueda de la realidad, es mera autoproyección, cosa de nuestra propia hechura, y, por tanto, ilusoria. Pero este proceso es arduo, y él significa que la mente tiene en todo instante que darse cuenta de todo lo que internamente le ocurre. Para llegar a ese punto, no puede haber condenación ni justificación desde el principio hasta el fin, sin que esto sea un fin. No existe un fin, porque hay algo extraordinario que aún continúa. Esto no es una promesa. A vosotros os toca experimentar, penetrar de más en más profundamente en vosotros mismos, de suerte que todas la innumerables capas del centro sean disueltas; y eso lo podéis hacer rápida o perezosamente. Pero es en extremo interesante observar el proceso de la mente, cómo depende de las palabras, cómo las palabras estimulan la memoria, resucitan la experiencia muerta y le infunden vida. Y en ese proceso la mente vive en el futuro o en el pasado. Por tanto, las palabras tienen un enorme significado, tanto neurológico como psicológico. Podéis observaros en la acción, observaros al pensar, ver cómo pensáis, cuán rápidamente le dais nombre al sentimiento a medida que surge; y la observación de todo este proceso librará a la mente de su centro. Entonces la mente, estando quieta, puede recibir aquello que es eterno. Entonces aquel rotulo que hemos denominado Dios habrá muerto y habremos inquirido en lo esencial que hay detrás de la palabra. No habrá un núcleo que rotule y seremos libres. Entonces podremos hacer no lo que queramos sino lo que “DEBE SER”, no habrá responsabilidad como condicionamiento heredado o impuesto. No habrá virtud (el rotulo del núcleo) sino Amor.

Imaginación

El escenario arbóreo es una acuarela sepia que se difumina entre los vericuetos lumínicos del parque. Sentado a los pies de un lapacho que ostentaba la alba pureza de sus pétalos contemplo abstraído el rocío aprisionado en sus concavidades. Rocío que entre las lúdicas caricias del céfiro se desliza como diminutas cascadas. No se porqué relacione esta escena con la imaginación, esa fantasía que al colmar la mente, se precipita sobre el ser condicionando su accionar; elemento de distracción que nos evade de la comprensión de nuestros estados mas recónditos. Osho decía “Cuando te levantes por la mañana, lo primero que has de hacer es imaginarte tremendamente feliz. Sal de la cama con un excelente estado de humor, radiante, expectante, burbujeante, como si algo perfecto, algo de un valor infinito fuera a sucederte hoy". Imaginación. Muchos seudo maestros tienen esta metodología de evasión, pero ¿no es más fácil prestar atención a los elementos que emocionalmente me desequilibran y me generan conflicto? Necesito comprender la causa de mi infelicidad, no generar una forma de pensamiento para imponer un estado ficticio. La imaginación es como el rocío que volitivamente caerá en cascada en mi mente, cubriéndola, bañando los vericuetos de mi subconsciente y durará solo el tiempo que mi fuerza volitiva dure; luego se deslizara quedando mi infelicidad y mi incomprensión una vez más al descubierto. El velo de la imaginación es tan efímero como el rocío, luego, el lapacho debe convivir con la inclemencia de su entorno sin comprender sus reacciones ante ellos esperando otra vez el velo húmedo de su encubridor para evadirse una vez más de su realidad interior.

lunes, 28 de julio de 2008

Un instante fugaz...

Sentí tu presencia áurea, en la silente, esteparia soledad de mi alma.
Levante los ojos ante el aroma a nardo de tu piel, y lo que sentí ante tu presencia fue una inmensa indescifrable ternura. Un estado que me acompaño un largo espacio tiempo después que físicamente alejaste tus efluvios de mi.
Mientras intento expresar lo que sentí en ese momento fugaz, una melodía suave me acompaña, el tema de Lord of the Ring-the Council of Elrond- que es el tema que mis vivencias pedían para rememorarte. Un reflejo, de ese eterno femenino que irradia tu esencia, la suavidad y la dulzura.
Camino a casa, cuando perduraba el estado espiritual que tu dejaste en mi, la noche cómplice instigaba a céfiro a mecer las hojas de los árboles que se me antojaban largos cabellos que se mecían al son de tu nombre, repetido en cada presencia arbórea y fortuita.
Me atreví a escribirte estas líneas para compartir un estado, un dejo de ternura que vivifico mi alma y me elevo hacia las esferas mas sublimes de lo espiritual. Aun al recordarte y al revivir esa estado tan sutil siento a Dios meciéndose a través de tu alba esencialidad...por todo ello gracias...porque por un fugaz espacio tiempo mi esencia encontró la gracia a través de tu prístina y pura presencia.

...un desconocido que se acerco a tu alma una tarde...