lunes, 11 de agosto de 2008

Discriminación

Terminada mi rutina de gimnasia me siento en el césped recién cortado para reponerme de la fatiga. Día del niño। El parque se fue llenando de a poco con las familias que decidieron , aprovechando la calidez del domingo, festejarlo en contacto con la naturaleza। Mi vista vaga de un grupo familiar a otro y se detiene, curiosa, en un niño humilde que vende globos montado en una bicicleta. El niño se fue acercando de a poco hacia un grupo familiar cuyos hijos juegan a la pelota sobre el cesped. Se para a una prudente distancia a observarlos. Uno de los niños del grupo se acerca curioso a él diciendole algo o invitandolo a jugar. Del grupo de padres sale una madre presurosa para alejar al niño del intruso y llevarse a los otros niños a la seguridad del núcleo familiar. Contemplo al niño humilde que queda solo en la vastedad del paisaje, subir a su bicicleta alejandose entre el vaiven de los globos. Inevitablemente, este triste hecho me hace reflexionar sobre la discriminación. Culturalmente, estamos condicionados por estereotipos de pensamientos, o sea convicciones o creencias de que pertenecemos a un grupo o sistema con caracteristicas particulares que consideramos las correctas y las cuales proyectamos. Esta separación genera un prejuicio,o sea, condiciona nuestras actitudes y opiniones."Yo estoy educado y me manejo en un circulo social con personas con las cuales comparto inclinaciones afines. Todo lo demas que no pertenece a ese circulo lo discrimino".Esto se origina en el pensamiento que es tiempo y el tiempo es movimiento, medida. En la vida diaria medimos, comparamos, tanto en lo físico como en lo psicológico. Eso es medida; la comparación significa medida.Al comparar establezco un juicio de valor. Sabemos qué significa comparar. Decimos: "Esto es mejor que aquello"; nos comparamos con alguien que es más hermoso o menos inteligente. Hay comparación cuando decimos: "Recuerdo un río que vi hace un año; es todavía más hermoso que éste". Nos comparamos con un santo o con un héroe, con el ideal supremo. Este juicio comparativo embota la mente; no la estimula, no la torna comprensiva, abarcativa. Cuando comparamos constantemente, ¿qué ocurre? Cuando ven una puesta de sol y la comparan inmediatamente con una puesta anterior, o cuando dicen: "Esa montaña es hermosa, pero hace dos años vi una montaña que era aún más hermosa", no estamos mirando realmente la belleza que está ahí delante de nosotros. De modo que la comparación nos impide mirar plenamente. Si al mirarte a ti, por ejemplo, digo: "Conozco a una chica que es mucho más bonita", no te estoy mirando realmente, ¿verdad? Mi mente está ocupada con alguna otra cosa. Para mirar de verdad una puesta de sol, no tiene que haber comparación; para mirarte realmente, no tengo que compararte con ninguna otra persona. Sólo cuando te miro plenamente, sin ningún prejuicio comparativo, puedo comprenderte. Cuando te comparo con alguien no te comprendo, meramente te juzgo, digo que eres esto o aquello. Así, la estupidez surge cuando hay comparación, porque comparar a alguien con alguna otra persona implica falta de dignidad. Pero cuando te miro sin comparar, entonces mi único interés es comprenderte, y en ese interés mismo, que no es comparativo, hay inteligencia, hay dignidad humana. Una mente condicionada en estructuras, arquetipos o estereotipos de pensamientos es una mente confusa. La mente crea un patrón y en ese patrón queda atrapada; y entonces se fatiga, se embota, se vuelve estúpida, irreflexiva. Una mente confusa y condicionada es una mente que compara. ¿Podemos vivir sin comparación en la vida diaria? ¿Puede dejar de comparar por completo , no en la meditación sino en la vida de cada día? Usted compara cuando escoge entre dos tejidos, esta tela o esa, cuando compara dos automóviles o partes del conocimiento, pero en el plano psicológico, interior, nos comparamos con otros. Cuando esa comparación cesa, como debe ser, entonces ¿podemos valernos completamente por nosotros mismos? Eso es lo que está implícito cuando no hay ninguna comparación, lo cual no significa que usted vegete. De modo que, ¿podemos vivir nuestra vida diaria sin comparación? Hagámoslo una vez y descubriremos lo que eso implica. Entonces nos desprendemos de una enorme carga; y cuando descarga un peso innecesario, tiene energía.Donde hay energia hay amor.En tanto la mente está comparando, no hay amor; y la mente está siempre comparando, sopesando, juzgando, ¿no es así? Está siempre mirando para descubrir dónde está la debilidad; por lo tanto, no hay amor. Cuando la madre y el padre aman a sus hijos, no comparan un hijo con otro. Pero nosotros nos comparamos con alguno que es mejor, más noble, más rico; en la relación que establecemos con otro estamos siempre interesándonos en nosotros mismos, y así creamos internamente la falta de amor. De esta manera, la mente se vuelve más y más comparativa, más y más posesiva, más y más dependiente estableciendo, debido a eso, un patrón en el que queda presa. A causa de que no puede mirar nada de un modo nuevo, como sí fuera por primera vez, destruye el perfume mismo de la vida, que es el amor.
Nota: Articulo dedicado a los amigos de http://nodiscrimine.blogspot.com/ quienes gentilmente lo publicaron en el mismo. Comentarios del mismo en https://www.blogger.com/comment.g?blogID=2479198691197744357&postID=7766764549655644812

2 comentarios:

NO A LA DISCRIMINACION dijo...

Hola. Muchas gracias por la dedicatoria. Si no te molesta me gustaría publicarlo en el próximo tópico. Respetando tu autoría. Espero respuesta. Un cordial saludo

NO A LA DISCRIMINACION dijo...

Amigo ya salió publicado tu artículo en el blog. Un abrazo