martes, 2 de septiembre de 2008

Soledad

Termino de escalar la montaña, luego de aproximadamente unas agotadoras ocho horas de batallar con lajas y rocas sueltas. Al coronar la cima me siento a recuperar el aliento y a contemplar desde 5.000 metros de altura, todo el valle a mis pies. El silencio es casi absoluto. El viento sisea entre las grietas de las rocas componiendo una sinfonía inconclusa. El ser se aquieta en un estado de expectación. La mente lentamente deja de encontrar obstáculos a medida que los pensamientos cesan, fluyendo en esta natura imponente en el cual estoy inmerso. Surge esa sensación de vacío, de no tener nada, de inseguridad. Ese vértigo ante la nada; eso que llamamos soledad. Entonces, presto atención a esta sensación. En otro momento, en la vorágine del mundo ¿cuál sería mi actitud o comportamiento? Mi reacción ante ella seguramente sería tratar de esquivar esta sensación de soledad. La evitaría con un libro, recurriendo a mi mp3, iría al cine o socialmente me volvería extraordinariamente activo, u o me dedicaría al culto o a la oración, o pintaría un cuadro; o lo lógico, escribiría alguna reflexión como esta sobre la soledad. Esto es lo que de hecho ocurre. Al darme cuenta de mi soledad, del dolor que la acompaña, del temor extraordinario e insondable que provoca, buscaría una evasión, y esa evasión llegaría a ser más importante. Por lo tanto, todos los ornamentos materiales, tecnológicos o de distracción serían importantes. Cuando damos importancia a valores secundarios, estos nos llevan a la desdicha y al caos. Por valor secundario me refiero al materialismo imperante en la que se basa la civilización moderna. Ella nos brinda estas evasiones: evasión mediante nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro nombre, nuestros estudios, la pintura, la música, etc.; toda nuestra cultura esta basada en esta evasión; nuestra civilización se funda en ella, y esto es un hecho. Estar solos es extraordinariamente difícil. Hay que ser extraordinariamente inteligente para estarlo porque la mente no nos deja. La mente se vuelve inquieta, se afana en buscar evasiones. Entonces, tendemos a llenar este vacío con lo conocido. Descubrimos como estar activos, como ser sociables; sabemos estudiar, navegar por internet. Llenamos esto que no conocemos con lo que conocemos. Intentamos llenar este vacío con diversas clases de conocimientos, relaciones o cosas. Ese es nuestro proceso, ésa es nuestra existencia. Cuando nos damos cuenta de lo que hacemos ¿seguimos creyendo que podemos llenar este vacío? Hemos probado todas las variantes para llenar este vacío de soledad y no lo hemos logrado. Lo hemos intentado con el cine, con internet, con grupos espirituales y un día nos damos cuenta que con nada de ello hemos llenado este vacío de soledad y que solo lo hemos ocultado. Si solo lo hemos ocultado, ahí sigue; por lo tanto volverá. Si somos capaces de evadirnos del todo, entonces vamos a parar a un manicomio o nos convertimos en extremadamente sensibles. Esto es lo que esta ocurriendo en el mundo.¿Es posible llenar esta vacuidad, este vacío? Si no lo es, ¿podemos huir de él, escaparnos? Si hemos experimentado y visto que esta evasión carece de valor, ¿no carecen acaso de valor todas las otras evasiones? Es indiferente que llenemos el vacío con esto o con aquello. La llamada meditación es también escapatoria. Poco importa que cambiemos nuestro medio de evasión. Entonces, ¿cómo sabremos que hacer con esta soledad? Sólo podremos saberlo cuando dejemos de evadirnos. Cuando estemos dispuestos a enfrentarnos con lo que es, lo cuál significa que no debemos recurrir a internet, o al cine y que debemos volver la espalda a la civilización, entonces aquella soledad se acabará, porque ha sufrido una completa transformación. Ya no es soledad. Si comprendemos lo que es, entonces lo que es es lo real. Como la mente está continuamente evitando, evadiéndose, rehusando ver lo que es, crea sus propios obstáculos. Como tenemos tantos obstáculos que nos impiden ver, no comprendemos lo que es y por lo tanto nos alejamos de la realidad; todos estos obstáculos han sido creados por la mente para no ver lo que es. El ver lo que es no sólo requiere buena dosis de capacidad y comprensión de la acción, sino que también significa volver la espalda a todo lo que hemos acumulado: nuestra cuenta bancaria, nuestro nombre y todo aquello que llamamos civilización. Cuando veamos lo que es, veremos cómo se transforma la soledad. Miro a mi alrededor, la sinfonía del viento regocijan mi ser y luego de llenarme del paisaje circundante cierro los ojos para mirar hacia mi interior. Ya no más evasiones externas. A enfrentar las múltiples carencias, complejos y neurosis con lo cual me evado interiormente.

4 comentarios:

Guillermo dijo...

Antes de nada saludarte y darte la enhorabuena por este sitio

La soledad es algo que ayuda a sacar lo que en realidad eres. Cuando el pensamiento cesa la verdad aparece

Pasate por mi blog, tenemos mucho en común.

Actúa con conciencia

Un saludo

Julio Sergio Soria Alcalde dijo...

Guillermo...he visitado tu blog y lo que voy leyendo me está gustando...Tienes razón, tenemos mucho en común. Un abrazo.

Expectante

Viajero del Tiempo dijo...

Primero agradecerte tu invitación y tu visita a mi blog. Me confirma que somos muchos "inquietos" vibrando en la misma frecuencia. Seguiré visitándote y comentando. Además me gusta el estilo.

En cuanto a la soledad, ¡ese sentimiento que conozco tan bien! pienso que hay dos "soledades", la de la persona que la busca y la de el que se la encuentra sin buscarla.
Con la primera debemos tener cuidado pues buscar la soledad repetidamente; buscar el aislamiento, puede ocasionar o generar la segunda; la profunda la que uno se encuentra sin llamarla, la que entristece el alma; la del desamparo...

Julio Sergio Soria Alcalde dijo...

He demorado un poco en contestarte porque estuve incursionando en tus blogs y me gustaron mucho...Nos visitaremos mutuamente y gracias por tus palabras...un abrazo.