viernes, 30 de enero de 2009

La muerte

Murió un ser especial, con el cual tuve el placer de recorrer un sendero de búsqueda en un particular momento de mi vida. Un ser que era una flor de loto que aunque agitado en el pantano de la vida, los pétalos de sus flores se mantuvieron puros e inmaculados. Era un símbolo de pureza en medio de las impurezas, o de la iluminación en medio de los asuntos seculares. Esa era la imagen.Ese era el simbolo.Y este hecho, asociativamente, me hace reflexionar sobre la muerte.¿Qué entendemos por muerte? La pérdida del cuerpo, la pérdida de la memoria; que espera y piensa que después haya una continuación. Algo que se ha ido de aquí, eso es lo que se llama muerte. Ahora bien, para mí la muerte es producida por la continuación de la memoria, y la memoria no es sino el resultado del anhelo, del apego, del deseo. De modo que, para una persona que está libre del anhelo, no existe la muerte, no hay comienzo ni final, ni el sendero del amor ni el sendero de la mente, el dolor. En la persecución de un opuesto, creamos una resistencia. Si siento miedo, busco valor; no obstante, el miedo me persigue porque sólo estoy escapando de lo uno hacia lo otro. Mientras que, si me libero del miedo, no conozco ni el valor ni el miedo; y yo digo que la manera de hacer eso es volverse alerta, vigilante, no tratar de reunir valor, sino librarse del motivo contenido en la acción. O sea, si usted tiene miedo, no busque un motivo para la acción del valor, sino libérese del miedo. Ésa es la acción sin motivo. Si de verdad ha comprendido esto, verá que el tiempo, la muerte como futuro, ha cesado. La muerte no es sino la percepción de una intensa soledad, y así, estando atrapados en la soledad, nos precipitamos hacia lo otro, deseamos la unidad, o queremos descubrir qué existe del otro lado; para mí, ésas son maneras de perseguir los opuestos y, por tanto, maneras de sostener permanentemente la soledad. Mientras que, al afrontar la soledad, al regocijarnos plenamente en esa acción tornándonos lúcidamente conscientes de la soledad, la destruimos en el presente. Por tanto, no hay muerte.Todas las cosas tienen que gastarse. Las cosas son los cuerpos, las cualidades, las resistencias, los obstáculos; todas ellas se gastarán, tienen que gastarse, pero el hombre que en sus pensamientos y emociones está libre de resistencias y obstáculos, conocerá la inmortalidad, no la continuación de sus propias limitaciones, de su propia personalidad o individualidad, la cual no es sino una serie de capas de anhelos, apegos y deseos. Usted podrá disentir, pero si está libre del pensamiento, si se ha abierto paso por medio de esa conciencia de sí mismo, de esa percepción alerta, de esa llama de intensidad, entonces hay inmortalidad, la cual es armonía perfecta, la cual no es el sendero del amor o el sendero del dolor, sino aquello en que ha cesado toda distinción.Esta reflexión es un humilde homenaje póstumo con mucho amor para el amigo, el hermano, el padre. Un ser especial que vivió un sueño sincero hecho realidad. Una flor de loto que vibró sobre las aguas cenagogas del mundo luchando por mantenerse puro e inmaculado. Si lo logró o no, es un secreto que los angeles elevaron como una oración.

viernes, 23 de enero de 2009

La persecución del placer

Desde mi escritorio contemplo el reiterativo movimiento de vehículos, pero, algo activa mi atención. En la vereda de en frente una pareja de mediana edad ingresa al hotel, casi de forma furtiva, sigilosa. Rememoro que todas las semanas, el mismo día y casi a la misma hora repiten este ritual reiterativo de la persecución del placer.Esta pequeña circunstancia visual me hace reflexionar que, tenga los ingredientes que fuere, la vida que uno vive es una vida reiterativa; por diferente, compleja o deseable que sea, es una vida de redundancia permanente-las mismas creencias desde la niñez a la muerte, los mismos rituales con la tradición que ello implica, una y otra vez. Esta la repetición del placer, tanto sexual como de alguna realización, de la posesión, del apego, todo lo cual por ser repetitivo ocasiona a la larga el deterioro del cerebro.Mientras exista la persecución del placer , con la carga de temor que trae consigo y que la humanidad no ha resuelto- lo ha rehuido, escapado de él, lo ha racionalizado, pero no obstante, el temor permanece, el cerebro habrá de deteriorarse.Si uno no comprende plenamente el significado del apego, jamás podrá descubrir la verdad del amor. ¿Acaso la base del apego no es el temor de quedarse solo, de estar aislado, el temor al vacío, la sensación de la propia insuficiencia interna?.Nos apegamos a la gente,a las ideas,a los simbolos o a los conceptos, porque pensamos que en ellos hay seguridad.¿Hay seguridad en alguna relación con otro?¿Hay seguridad -que realmente es la esencia del apego- en la esposa de uno, o en el marido? Y si uno busca la seguridad en la esposa, en el marido, etcétera, ¿qué es entonces lo que ocurre? Uno posee -legalmente o ilegalmente. Y donde hay posesión tiene que haber miedo a la pérdida -por lo tanto, hay celos, odio, divorcio y todas esas cosas.¿Es apego el amor? ¿Puede haber amor cuando hay apego? -con todas las implicaciones de esa palabra, que incluyen el miedo, los celos, la culpa, la irritación que conduce al odio-; todo eso está implícito cuando uno emplea la palabra 'apego'. ¿Puede, pues, haber amor si existe el apego? Estas son preguntas factuales, no teóricas. Estamos tratando con la vida de todos los días, no con alguna vida extraordinaria. Uno puede llegar muy lejos y muy profundamente si empieza muy cerca; vale decir, con uno mismo. Si uno no se comprende a sí mismo, no puede avanzar mucho. Estamos ahondando en problemas que son tremendamente importantes en la vida de cada uno de nosotros.