miércoles, 30 de julio de 2008

Imaginación

El escenario arbóreo es una acuarela sepia que se difumina entre los vericuetos lumínicos del parque. Sentado a los pies de un lapacho que ostentaba la alba pureza de sus pétalos contemplo abstraído el rocío aprisionado en sus concavidades. Rocío que entre las lúdicas caricias del céfiro se desliza como diminutas cascadas. No se porqué relacione esta escena con la imaginación, esa fantasía que al colmar la mente, se precipita sobre el ser condicionando su accionar; elemento de distracción que nos evade de la comprensión de nuestros estados mas recónditos. Osho decía “Cuando te levantes por la mañana, lo primero que has de hacer es imaginarte tremendamente feliz. Sal de la cama con un excelente estado de humor, radiante, expectante, burbujeante, como si algo perfecto, algo de un valor infinito fuera a sucederte hoy". Imaginación. Muchos seudo maestros tienen esta metodología de evasión, pero ¿no es más fácil prestar atención a los elementos que emocionalmente me desequilibran y me generan conflicto? Necesito comprender la causa de mi infelicidad, no generar una forma de pensamiento para imponer un estado ficticio. La imaginación es como el rocío que volitivamente caerá en cascada en mi mente, cubriéndola, bañando los vericuetos de mi subconsciente y durará solo el tiempo que mi fuerza volitiva dure; luego se deslizara quedando mi infelicidad y mi incomprensión una vez más al descubierto. El velo de la imaginación es tan efímero como el rocío, luego, el lapacho debe convivir con la inclemencia de su entorno sin comprender sus reacciones ante ellos esperando otra vez el velo húmedo de su encubridor para evadirse una vez más de su realidad interior.

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