lunes, 25 de agosto de 2008

La autoridad y las organizaciones

Mientras sacudo el desván de los recuerdos, emerge del polvo reinante, una frase que leí de un supuesto Maestro espiritual a la líder de una organización espiritualista, "Nadie tiene el derecho de pretender tener autoridad alguna sobre un discípulo, o sobre su conciencia. Nunca le preguntes lo que cree...No se debe forzar, ni someterlo a creencias o prácticas ceremoniales".Pero nosotros estamos acostumbrados a la autoridad o a la atmósfera de autoridad que pensamos que nos llevará a la espiritualidad. Esperamos que otro pueda, por su extraordinario poder-un milagro- elevarnos a ese estado ideal de gracia,con su promesa de vida eterna, pero con el paso de los años vemos que no hay transformación ni revelación esencial, exceptos en unos pocos. Cuando erigimos una autoridad, necesariamente estamos obligados a construir una organización o grupo alrededor de esa autoridad.En este simple acto como seres humanos, deliberada y voluntariamente nos aprisionamos en una jaula.Ninguna organización o grupo puede llevar al hombre hacia la espiritualidad.Si una organización es creada para este propósito, se vuelve una muleta, una debilidad, una esclavitud, y deja inválido al individuo, y le impide crecer, establecer su singularidad; miente en el descubrimiento por sí mismo de lo absoluto, de la verdad incondicionada, porque en el momento en que seguimos a alguien, dejamos de seguir a la verdad.Generamos una dependencia psicologica no inteligente. No hay inteligencia cuando aceptamos como verdad la interpretación o comprensión de una fuente externa a nosotros.Siempre será la comprensión y el acercamiento a la verdad del otro.Nunca el nuestro.Esta comprensión es necesaria porque nuestras multiples creencias no nos ha transformado, solo nos ha complicado y porque no estamos dispuestos a hacer frente a las cosas tal cual son.Nosotros queremos tener nuestro propio dios, nuevos dioses en lugar de las religiones viejas, nuevas formas en lugar de las viejas, todo igualmente sin valor, todas las barreras, todas las limitaciones, todas las muletas. En lugar de las distinciones espirituales viejas nosotros tenemos nuevas distinciones espirituales, en lugar de los cultos viejos nosotros tenemos nuevos cultos. Nosotros dependemos para nuestra espiritualidad de alguien más, para nuestra felicidad de algún otro, para su esclarecimiento de algún otro.Las organizaciones no pueden hacernos libres.
Ningún hombre puede hacernos libres; ni lo puede la adoración ordenada, ni la inmolación de nosotros mismos para una causa; ni formándose una organización, ni lanzándose en trabajos comunitarios, puede hacernos libres. Nosotros usamos una computadora para escribir mails, pero no la ponemos en un altar y le rendimos culto. Pero eso es lo que estamos haciendo cuando las organizaciones se convierten en nuestra principal preocupación. "¿Cuántos miembros hay allí?" Ésa es la primer pregunta que se hacen todos. "¿Cuántos seguidores tiene? Por su número los demás juzgan si lo que el líder dice es verdad o falso.Entonces vemos cuan absurda es la estructura que hemos construido, buscando ayuda externa, dependiendo de otros para nuestro consuelo, para nuestra felicidad, para nuestra fuerza. Éstos sólo pueden encontrarse dentro de nosotros mismos.Estamos acostumbrado a escuchar cómo hemos adelantado, cual es nuestro estado espiritual. ¡Qué infantil! ¿Quién sino nosotros mismos podemos decir si somos hermosos o feos por dentro? ¿Quién sino nosotros mismos podemos decir si somos incorruptible? No somos serios en estas cosas.La Verdad, siendo ilimitada, incondicionada, inaccesible por cualquier sendero en absoluto, no puede organizarse; ni se debe formar una organización para conducir o para forzar a la gente a lo largo de cualquier camino determinado. Si ustedes entienden primero esto, entonces verán cómo es imposible ordenar una creencia. Una creencia es puramente una cuestión individual, y usted no puede y no debe organizarla. Si usted lo hace, se transforma en muerta, cristalizada; se convierte en un credo, una secta, una religión, para ser impuesta a otras. Esto es lo que todos a lo largo del mundo estamos intentando hacer. La verdad se limita y se hace un juguete para aquellos que son débiles, para aquellos que sólo están disgustados momentáneamente. La verdad no se puede limitar, más bien el individuo debe hacer el esfuerzo de ascender a ella. Usted no puede traer la cima de la montaña al valle. Si usted quiere alcanzar la cima de la montaña, debe pasar a través del valle, subir por sus laderas, sin miedo a los precipicios peligrosos. Usted debe subir hacia la verdad, no puede "ser traída abajo" o ser ordenada para usted. El interés en ideas es sostenido principalmente por organizaciones, pero las organizaciones despiertan solamente interés desde afuera. El interés, que no nació por amor a la Verdad en sí misma, sino que fue despertado por una organización, no tiene ningún valor. La organización se convierte en un armazón en el cual sus miembros pueden encajar convenientemente. Ellos ya no se esfuerzan por alcanzar la Verdad o la cima de la montaña, sino que tallan para ellos mismos un nicho conveniente donde guardarse, o permiten que la organización los guarde, y consideran que la organización los llevará por eso a la Verdad.Pero aquellos que realmente desean entender, que se liberen de toda autoridad, que estén buscando encontrar aquello que es eterno, sin comienzo y sin un final, caminarán con una intensidad mayor, serán un peligro para todo lo que es no esencial, para lo irreal, para las sombras. Y ellos se concentrarán, ellos se volverán la llama, porque ellos entienden. Tal es el cuerpo que debemos crear.Y esto no debido a la autoridad, no debido a la salvación, no debido a la inmolación para una causa, sino porque usted entiende, y por lo tanto es capaz de vivir en lo eterno. Ésta es una cosa mayor que todo el placer, que todo el sacrificio.

jueves, 21 de agosto de 2008

La autoridad

Es importante comprender cómo surge la autoridad. La autoridad es coacción, compulsión, el poder de una persona sobre otra, de los pocos sobre los muchos o de los muchos sobre los pocos. ¿Qué da origen a la autoridad? Obviamente, nace del deseo que cada uno de nosotros tiene de encontrar un modo seguro de comportamiento: “queremos que se nos diga lo que debemos hacer”. Estando en conflicto, confundidos, preocupados, acudimos a un sacerdote, a un maestro, a un padre o a alguna otra persona buscando una salida para nuestra confusión. Pensando que él sabe mejor que nosotros lo que hay que hacer, vamos a ver al Maestro o a algún otro hombre ilustrado y le pedimos que nos diga cómo debemos actuar. Por lo tanto, es nuestro deseo de encontrar un estilo particular de la vida, una forma de conducta, lo que da origen a la autoridad, ¿no es así? Digamos, por ejemplo, que voy a ver a un Maestro. Acudo a él porque pienso que es un gran hombre que conoce la verdad, que consiguió la revelación y que, por lo tanto, puede darme paz. No sé nada acerca de todo esto por mí mismo, de modo que acudo a él, me prosterno, le entrego mi devoción. Deseo ser consolado, que me digan lo que tengo que hacer y, de ese modo, creo una autoridad. Esa autoridad no tiene una existencia real fuera de mí. Si es de verdad inteligente, me ayudará a que crezca para ser también inteligente, me ayudará a que comprenda la confusión en que vivo a fin de que no busque la autoridad, ni la de él ni la de ningún otro. Si es inteligente me hará comprender que existe la autoridad del ideal, que no es externa sino interna. Cuando decimos: "debo ser bueno, no debo ser envidioso, debo sentirme fraternal con todos", creamos en nuestra mente la autoridad de un ideal, ¿no es así? Supongamos que soy intrigante, estúpido, cruel, que lo quiero todo para mí, que deseo el poder. Ése es el hecho, es lo que realmente soy. Pero pienso que debo ser fraternal porque así lo han dicho las personas religiosas, y también porque es conveniente, provechoso decir eso; en consecuencia, creo el ideal de la fraternidad o la virtud. No soy fraternal, pero por diversas razones deseo serlo; de ese modo, el ideal o la virtud se convierte en mi autoridad. Entonces, a fin de vivir conforme a ese ideal, me impongo una disciplina. Me siento muy envidioso de usted porque tiene un abrigo mejor o más títulos o más virtudes; por consiguiente, digo: "no debo tener sentimientos de envidia, debo ser fraternal". El ideal se ha vuelto mi autoridad y trato de vivir conforme a ese ideal. ¿Qué sucede entonces? Que vida se convierte en una batalla constante entre lo que soy y lo que debería ser. Nosotros creamos la autoridad, la autoridad del estado, de la policía, la autoridad del ideal, la autoridad de la tradición. Quiero hacer algo, pero mi padre dice: "No lo hagas". Tengo que obedecerle, de lo contrario se enojará y dependo de él para alimentarme. Él me controla mediante el temor, ¿no es así? Por lo tanto, se convierte en mi autoridad. De igual modo, estamos controlados por la tradición: "debes hacer eso y no aquello, debes vestir de cierta manera, no debes mirar a los muchachos, o a las chicas..." La tradición nos dice lo que debemos hacer; y la tradición, después de todo, es conocimiento, ¿verdad? Están los libros que nos dicen lo que hay que hacer, nuestros padres nos dicen lo que hay que hacer, la sociedad y la religión nos dicen lo que hay que hacer. ¿Y a ustedes qué les ocurre? Quedan aplastados, abatidos. Jamás piensan, jamás actúan y viven vitalmente, porque todas estas cosas les atemorizan. Dicen que tienen que obedecer, de otro modo estarán indefensos. ¿Qué significa esto? Significa que han creado la autoridad, a causa de que están buscando un modo seguro de conducirse, una manera segura de vivir. La persecución misma de la seguridad crea autoridad, y así es como nos volvemos meros esclavos, viviendo sin ninguna capacidad para pensar, para crear. No sé si ustedes pintan. Si lo hacen, generalmente el maestro de arte les dice cómo pintar. Ven un árbol y lo copian. Pero pintar es ver el árbol y expresar sobre la tela o en el papel lo que sienten respecto de ese árbol, lo que significa: el movimiento de las hojas con el susurro del viento que pasa entre ellas. Para hacer eso, para captar el movimiento de la luz y de las sombras, tenemos que ser muy sensibles. ¿Y cómo podemos ser muy sensibles a cualquier cosa si tenemos miedo y estamos todo el tiempo diciendo: "debo hacer esto, debo hacer aquello, de lo contrario, qué pensará la gente?". Toda sensibilidad a lo bello es paulatinamente destruida por la autoridad. Surge, entonces, el problema de si debemos disciplinarnos. Si somos personas desobedientes; alguien ¿debe imponernos una disciplina? Si lo hacen, ¿qué ocurre? Cuando nos obligan a obedecer, al hacerlo, ¿no están mutilando nuestra mente? ¿No están comenzando a destruir nuestra inteligencia? Si nos fuerzan para que hagamos las cosas porque piensan que eso es lo correcto, ¿no nos vuelven estúpidos? Y a nosotros nos gusta ser disciplinados, que nos fuercen para que hagamos las cosas, aun cuando exteriormente puedan objetarnos. Eso nos da una sensación de seguridad. Si no nos forzaran, pensamos que estaríamos realmente mal, que haríamos cosas incorrectas; por lo tanto, decimos: "por favor, disciplínenos, ayúdenos a comportarnos correctamente". Entonces, ¿deben disciplinarnos o más bien ayudarnos a que comprendamos por qué somos desobedientes, por qué hacemos esto o aquello? Esto significa, sin duda, que como maestro o padre no debemos tener sentido alguno de autoridad. Debemos ayudar realmente a que los demás comprendan las dificultades, por qué son malos, por qué huyen; debemos desear que se comprendan a sí mismos. Si les forzamos no los ayudamos. Si como maestro quiero ayudarles de verdad a que se comprendan a sí mismos, eso significa que sólo puedo ocuparme de unos pocos niños o niñas. No puedo tener cincuenta estudiantes en mi clase. Sólo he de tener unos pocos, de modo que pueda prestar atención individual a cada uno de ellos. Entonces, no crearé la autoridad que les obligue a hacer algo que probablemente harían por su propia cuenta una vez que se comprendieran a sí mismos. Espero, pues, que vean cómo la autoridad destruye la inteligencia. Después de todo, la inteligencia puede advenir sólo cuando hay libertad, libertad para pensar, para sentir, para observar, para investigar. Pero si les fuerzo, les hago tan tontitos como yo lo soy; y esto es lo que por lo general ocurre en una escuela. El maestro enseña lo que sabe él y no saben ustedes. ¿Pero qué es lo que el maestro sabe? Un poquito más de matemáticas o geografía. Él no ha resuelto ninguno de los problemas vitales, no ha investigado las cosas enormemente importantes de la vida, ¡y truena como Júpiter o como un sargento mayor! Por lo tanto, en una escuela de esta clase es esencial que, en vez de ser meramente disciplinados para que hagan lo que se les diga, se les ayude a comprender, a ser inteligentes y libres, porque entonces serán capaces de afrontar sin temor todas las dificultades de la vida. Esto requiere un maestro competente, un maestro que se interese realmente por ustedes, que no está preocupado por el dinero, por su esposa y sus hijos; y es responsabilidad tanto de los estudiantes como de los maestros crear un estado de cosas semejante. No se limiten a obedecer, descubran cómo resolver un problema por sí mismos. No digan: "hago esto porque mi padre quiere que lo haga". Descubran más bien por qué quiere él que lo hagan, por qué piensa él que una cosa es buena y alguna otra es mala. Háganle preguntas, de modo tal que no sólo despierten la propia inteligencia, sino que también le ayuden a él a ser inteligente. ¿Pero qué es lo que suele ocurrir cuando comienzan a hacerle preguntas a su padre? Él les castiga, ¿no es así? Está preocupado por su trabajo y no tiene la paciencia, el amor para sentarse y conversar con ustedes sobre las enormes dificultades de la existencia, de ganarse la vida, de tener una esposa o un marido. No quiere tomarse tiempo para examinar todo esto, de modo que les aparta o les manda a la escuela. Y en esto, el maestro es igual que el padre de ustedes, igual que cualquier otra persona. Pero es responsabilidad de los maestros, de los padres y de todos nosotros, contribuir al despertar de la inteligencia. La inteligencia es el cuestionamiento del método. El temor destruye la inteligencia, ¿no es así? El temor nos impide examinar, cuestionar, inquirir; nos impide descubrir lo verdadero. Quizá lleguemos a ser inteligente cuando ya no sintamos temor. Tenemos que investigar todo el problema del temor y estar libre del temor; entonces existe la posibilidad de que seamos inteligentes. Pero si preguntamos: "¿de qué modo puedo ser inteligente?", estamos cultivando meramente un método y así nos volvemos tontos.

jueves, 14 de agosto de 2008

Meditación fugaz

La creación no es para el talentoso, para el dotado, para éstos es la creatividad pero nunca la creación. La creación está más allá del pensamiento y de la imagen, más allá de la palabra y la expresión. No es para ser comunicada porque no puede formularse, no puede envolverse en palabras. Puede sentirse en estado de completa y lúcida atención.Las rosas temblaban ante la agitada respiración del céfiro que ludicamente deslizaba las perlas traslucidas de rocio de un petalo a otro;salpicando a un distraido picaflor que por libar el nectar de esos pétalos recibió un inesperado chapuzón.Los albos pétalos destellaban intermitentes refractando la luz que competia, posandose, con el pico del picaflor que libaba hiperactivo sobre ellos.Contemplo como gotas furtivas se deslizaban de hoja en hoja en una suave carrera de posta.Contemplar toda esta manifestación de la creación, ver, con el cerebro aquietado pero a la vez sereno, sin la presencia furtiva del pensamiento, sin la respuesta de la memoria, eso es ver realmente. Es el milagro de lo nuevo sin la carga vieja de los rotulos y de las etiquetas del pasado donde interviene el pensamiento y genera la separatividad.Ver sin que existan los adjetivos calificativos, lo hermoso, lo bello.No nos damos cuenta que transitamos el sendero de esta vida sin ver realmente, que nos manejamos con imagenes, con etiquetas.Sin capacidad de asombro o de sorpresa. No nos damos cuenta que las palabras, los gestos, las emociones nos impiden ver.Le damos un nombre a un árbol, a una flor, los ponemos en categorías, y “eso es tal cosa o tal otra”.Ver con la totalidad del ser es meditación. Ese “ver” es el milagro de la humildad.Para ver debe haber humildad, y la esencia de la humildad es la inocencia. Ahí está esa montaña iluminada por el sol de la tarde; verla por vez primera, verla, como si nunca se la hubiera visto antes, verla con inocencia, verla con ojos que han sido bañados por el vacío, con ojos no marcados por el conocimiento –entonces el ver es una experiencia extraordinaria. Es algo totalmente nuevo. Para ver esta cualidad de lo nuevo tiene que haber humildad, esa humildad que nunca ha sido contaminada por el orgullo, por la vanidad.Es algo tan completamente nuevo, que en esta atención total sólo hay silencio. Lo nuevo existe desde este vacío.Hay atención cuando el cerebro está totalmente quieto; vivo y sensible, pero quieto.La atención, el ver completo e instantáneo, termina con la soberbia. Este “estado” despierto es humildad. La atención es virtud porque en ella florecen la bondad y la caridad. Sin humildad no hay virtud.

lunes, 11 de agosto de 2008

Discriminación

Terminada mi rutina de gimnasia me siento en el césped recién cortado para reponerme de la fatiga. Día del niño। El parque se fue llenando de a poco con las familias que decidieron , aprovechando la calidez del domingo, festejarlo en contacto con la naturaleza। Mi vista vaga de un grupo familiar a otro y se detiene, curiosa, en un niño humilde que vende globos montado en una bicicleta. El niño se fue acercando de a poco hacia un grupo familiar cuyos hijos juegan a la pelota sobre el cesped. Se para a una prudente distancia a observarlos. Uno de los niños del grupo se acerca curioso a él diciendole algo o invitandolo a jugar. Del grupo de padres sale una madre presurosa para alejar al niño del intruso y llevarse a los otros niños a la seguridad del núcleo familiar. Contemplo al niño humilde que queda solo en la vastedad del paisaje, subir a su bicicleta alejandose entre el vaiven de los globos. Inevitablemente, este triste hecho me hace reflexionar sobre la discriminación. Culturalmente, estamos condicionados por estereotipos de pensamientos, o sea convicciones o creencias de que pertenecemos a un grupo o sistema con caracteristicas particulares que consideramos las correctas y las cuales proyectamos. Esta separación genera un prejuicio,o sea, condiciona nuestras actitudes y opiniones."Yo estoy educado y me manejo en un circulo social con personas con las cuales comparto inclinaciones afines. Todo lo demas que no pertenece a ese circulo lo discrimino".Esto se origina en el pensamiento que es tiempo y el tiempo es movimiento, medida. En la vida diaria medimos, comparamos, tanto en lo físico como en lo psicológico. Eso es medida; la comparación significa medida.Al comparar establezco un juicio de valor. Sabemos qué significa comparar. Decimos: "Esto es mejor que aquello"; nos comparamos con alguien que es más hermoso o menos inteligente. Hay comparación cuando decimos: "Recuerdo un río que vi hace un año; es todavía más hermoso que éste". Nos comparamos con un santo o con un héroe, con el ideal supremo. Este juicio comparativo embota la mente; no la estimula, no la torna comprensiva, abarcativa. Cuando comparamos constantemente, ¿qué ocurre? Cuando ven una puesta de sol y la comparan inmediatamente con una puesta anterior, o cuando dicen: "Esa montaña es hermosa, pero hace dos años vi una montaña que era aún más hermosa", no estamos mirando realmente la belleza que está ahí delante de nosotros. De modo que la comparación nos impide mirar plenamente. Si al mirarte a ti, por ejemplo, digo: "Conozco a una chica que es mucho más bonita", no te estoy mirando realmente, ¿verdad? Mi mente está ocupada con alguna otra cosa. Para mirar de verdad una puesta de sol, no tiene que haber comparación; para mirarte realmente, no tengo que compararte con ninguna otra persona. Sólo cuando te miro plenamente, sin ningún prejuicio comparativo, puedo comprenderte. Cuando te comparo con alguien no te comprendo, meramente te juzgo, digo que eres esto o aquello. Así, la estupidez surge cuando hay comparación, porque comparar a alguien con alguna otra persona implica falta de dignidad. Pero cuando te miro sin comparar, entonces mi único interés es comprenderte, y en ese interés mismo, que no es comparativo, hay inteligencia, hay dignidad humana. Una mente condicionada en estructuras, arquetipos o estereotipos de pensamientos es una mente confusa. La mente crea un patrón y en ese patrón queda atrapada; y entonces se fatiga, se embota, se vuelve estúpida, irreflexiva. Una mente confusa y condicionada es una mente que compara. ¿Podemos vivir sin comparación en la vida diaria? ¿Puede dejar de comparar por completo , no en la meditación sino en la vida de cada día? Usted compara cuando escoge entre dos tejidos, esta tela o esa, cuando compara dos automóviles o partes del conocimiento, pero en el plano psicológico, interior, nos comparamos con otros. Cuando esa comparación cesa, como debe ser, entonces ¿podemos valernos completamente por nosotros mismos? Eso es lo que está implícito cuando no hay ninguna comparación, lo cual no significa que usted vegete. De modo que, ¿podemos vivir nuestra vida diaria sin comparación? Hagámoslo una vez y descubriremos lo que eso implica. Entonces nos desprendemos de una enorme carga; y cuando descarga un peso innecesario, tiene energía.Donde hay energia hay amor.En tanto la mente está comparando, no hay amor; y la mente está siempre comparando, sopesando, juzgando, ¿no es así? Está siempre mirando para descubrir dónde está la debilidad; por lo tanto, no hay amor. Cuando la madre y el padre aman a sus hijos, no comparan un hijo con otro. Pero nosotros nos comparamos con alguno que es mejor, más noble, más rico; en la relación que establecemos con otro estamos siempre interesándonos en nosotros mismos, y así creamos internamente la falta de amor. De esta manera, la mente se vuelve más y más comparativa, más y más posesiva, más y más dependiente estableciendo, debido a eso, un patrón en el que queda presa. A causa de que no puede mirar nada de un modo nuevo, como sí fuera por primera vez, destruye el perfume mismo de la vida, que es el amor.
Nota: Articulo dedicado a los amigos de http://nodiscrimine.blogspot.com/ quienes gentilmente lo publicaron en el mismo. Comentarios del mismo en https://www.blogger.com/comment.g?blogID=2479198691197744357&postID=7766764549655644812

jueves, 7 de agosto de 2008

Seguridad

Sentado, observando las filas del teclado, viene a mi memoria un hecho ocurrido en una particular etapa de mi vida. Me encontraba a casi 5000 metros sobre el nivel del mar, casi en la cima de una montaña en el cual se encontraba una laguna. Dicha laguna se alimentaba de las ocasionales lluvias de la región.Era una montaña de arcilla roja y lajas sueltas. La laja de la laguna formaba bañeras naturales donde el agua, presa, se entibiaba bajo el inclemente sol. Parte de la laguna tenia playa de arenas blancas, donde se percibía las pisadas de las liebres que por la mañana subían a tomar agua y la ocasional huella de un puma americano que la había visitado. Desde allí se veía todo el valle en un caleidoscopio de colores diversos. El paisaje en conjunto era bellisimo y durante muchos años fue mi refugio de meditación a 12 horas de cualquier poblado. Se accedia allí subiendo desde los 3.250 metros.A esa altura el silencio era total, profanado solo por el silbido siseante de Shulco (nombre quechua que le dan los habitantes de la región al viento). La velocidad y la fuerza del viento crece a medida que uno va subiendo de altitud y este detalle es el protagonista de esta anécdota. Se me había ocurrido subir hacia la cima de esa montaña y lo llevé a cabo. Les conté que la montaña estaba principalmente constituida por lajas suelta, lo que hacia dificultoso y agotador la trepada. A medida que lo hacía, el viento arreciaba cada vez mas golpeandome contra la roca. En ese momento descubrí una faceta desconocida para mi de la inseguridad. El sentir que estaba a merced de un elemento sin que pudiera ejercer mi voluntad para controlarlo. El viento me mecía y me empujaba a medida que subia, sin que mi cuerpo pudiera poner resistencia. En ese momento senti ese sentimiento de inseguridad que se convirtio pronto en temor. Este hecho del pasado me hace reflexionar sobre el deseo de seguridad. La mayoría de nosotros queremos sentirnos seguros. Ésta es una de las exigencias de la parte animal de los seres humanos. Es evidente que debemos tener cierta seguridad en el sentido físico, debemos tener un lugar en donde vivir y debemos saber dónde vamos a comer la próxima vez. En el animal, en el bebe, en el niño, es muy fuerte el impulso a sentirse físicamente seguros, y la mayoría de nosotros exigimos sentirnos psicológicamente seguros. Por eso somos competidores, por eso somos celosos, tenemos codicia, envidia, somos brutales; por eso nos preocupamos tanto de cosas que nada importan. Esta demanda insistente de seguridad psicológicamente ha existido durante millones de años, y nunca hemos investigado su verdad. Hemos dado por sentado que debemos tener seguridad psicológica en nuestra relación con nuestra familia, con nuestra esposa o nuestro marido, con los hijos, con la propiedad, con lo que llamamos Dios. A toda costa queremos sentirnos seguros.Ahora bien, yo quiero estar en comunión con esta demanda de seguridad psicológica, porque es un problema real. El no sentirnos psicológicamente seguros significa, para la mayoría de nosotros, hundirnos, o bien volvernos neuróticos, raros. Podemos ver esa mirada peculiar en la cara de muchas personas. Quiero descubrir la verdad del asunto, quiero comprender toda esta exigencia de seguridad; pues es el deseo de estar seguro en la relación lo que engendra celos, ansiedad, lo que hace surgir el odio y la desdicha en que vivimos la mayoría de nosotros. Y habiendo exigido seguridad durante tantos millones de años, ¿cómo va la mente, estando tan condicionada, a descubrir la verdad de la seguridad? Para descubrir su verdad, ciertamente, tengo que estar en comunión con ella. No puede decírmelo otra persona. Eso sería demasiado tonto. Tengo que aprender yo mismo sobre ello, tengo que investigarlo, descubrirlo; tengo que estar en completa intimidad con esta exigencia de seguridad; si no, nunca sabré si existe o no eso de la seguridad. Éste es probablemente el gran problema para la mayoría de nosotros. Si descubro que no existe la seguridad en absoluto, entonces no hay problema, ¿verdad? Entonces estoy fuera de esta batalla por la seguridad, y, por lo tanto, mi acción en la relación humana es enteramente distinta. Si mi esposa quiere escaparse, escapará, y yo no convierto esto en un problema, no odio a nadie, no me vuelvo celoso, envidioso, furioso, y todo lo demás. Personalmente, no quiero convertir la seguridad en un problema; no quiero crear en mi vida un problema de ninguna clase: económico, social, psicológico o el llamado religioso. Veo muy claramente que una mente que tenga problemas; se vuelve obtusa, insensible, y que sólo es inteligente una mente sensible en alto grado. Y como este anhelo de seguridad es tan hondo y perpetuo en cada uno de nosotros, quiero descubrir la verdad sobre la seguridad, mas ésta es una cuestión muy difícil de investigar, porque, no sólo desde la niñez, sino desde el principio mismo del tiempo, siempre hemos querido sentirnos seguros: seguros en nuestro trabajo, en nuestros pensamientos y sentimientos, creencias y dioses, en nuestra nación, familia y propiedad. Por eso la memoria, la tradición, todo el trasfondo del pasado desempeñan un papel tan extraordinariamente importante en nuestra vida. Mas toda esa experiencia hace aumentar mi sensación de seguridad. Toda experiencia se registra en la memoria, se añade al almacén de cosas que han pasado. Esta experiencia acumulada llega a ser mi trasfondo permanente mientras yo viva, y con ese trasfondo sigo experimentando; por lo tanto, toda ulterior experiencia se añade a ese trasfondo de memoria en que me siento salvo y seguro, y lo refuerza. Tengo, pues, que darme cuenta de todo este extraordinario proceso de mi condicionamiento. No se trata de saber como librarme de mi condicionamiento, sino de estar en comunión con él en todo momento.
Entonces puedo mirar el deseo de seguridad sin convertirlo en un problema. Para descubrir lo verdadero sobre la seguridad, tenemos que estar en comunión con el profundo y arraigado deseo de estar seguros, que se está repitiendo constantemente en diversas formas: buscamos la seguridad, no sólo en la familia, sino también en recuerdos y en el dominio o la influencia de otro. Volvemos al recuerdo de alguna experiencia o relación que nos ha complacido, que nos dio esperanza, seguridad, y en ese recuerdo nos refugimos. Existe la seguridad de la habilidad, del conocimiento; existe la del nombre y la posición, y existe la de la capacidad: podemos pintar o tocar el violín o hacer cualquier otra cosa que nos dé una sensación de seguridad.Sin embargo, una vez que estamos en comunión con el deseo que nos impulsa a buscar seguridad, y percibimos que es este deseo el que crea contradicción, porque nada en la Tierra está nunca seguro, incluso nosotros mismos; cuando hemos descubierto eso y no nos hemos limitado a que nos hablen de ello, y hemos resuelto el problema por completo, entonces hemos salido de todo este campo de contradicción y estamos, pues, libres de temor.No fue mi caso en ese instante del pasado en que me senti desprotegido, inseguro, solo y con temor.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Miedo

Terminé mi rutina de gimnasia en el parque, luego de haber corrido metodicamente durante dos horas. Lo que queda de mi, se refugia al lado de un puente de piedra, que majestuosamente deja pasar las aguas que forman pequeños remolinos a medida que sortea obstaculos a mis pies. La mente esta aquietada, absorta, contemplando el paisaje solitario. De pronto, dos niños aparecen detras de la arboleda corriendo detras de un perro albo y saltarin. Al llegar al puente, uno de los niños lo atraviesa, seguido de cerca por el perro que lo cruza como una saeta. El otro niño queda al comienzo del puente, observando la imponencia de sus piedras y ante la angustia al descubrir que el puente no tiene baranda. El otro niño al verlo vacilar desde el otro lado lo arenga para que lo cruce, pero él no atina a moverse. Contempla con sus ojitos desmesurados, dejandose intimidar por el sonido del agua golpeando los flancos de piedra y se vuelve corriendo por donde habia venido. El miedo fue mas fuerte. Me pregunté en ese instante ¿Es posible liberarse del miedo? Y no hablamos de un miedo particular sino del miedo total, de toda la naturaleza y estructura del temor.No las particularidades del temor como ser los miedos fisicos, psicologicos, a la vejez, a la muerte, los miedos a la inseguridad fisica, a la incertidumbre del mañana, a la destrucción, a la soledad, los miedos conscientes e inconscientes. ¿Puede la mente estar libre de este condicionamiento?. ¿Que es el temor?. ¿Como surge?. ¿Cuál es su origen?. Uno puede apercibir claramente que el miedo se origina en la estructura del pensamiento, pensando en aquello que ocurrió ayer y que uno teme o pensando en el futuro. El pensamiento genera el miedo. Pensar en el dolor, en el dolor psicologico que uno experimento hace algún tiempo y desear que no se repita; el solo pensar en ello genera miedo. Y habiendo establecido psicologicamente cierta seguridad, no quiere que esa seguridad se altere, porque cada incertidumbre constituye un peligro y por lo tanto surge el miedo. El pensamiento es responsable del miedo y ¿cuál es el origen del pensamiento? Uno puede ver que el pensamiento es el origen del conocimiento, de la experiencia como recuerdo acumulado, de cuyo trasfondo surge una respuesta del pensamiento a cualquier reto. Si a uno le preguntan donde vive, la respuesta es inmediata. La memoria, la experiencia, el conocimiento es el trasfondo del cual brota el pensamiento. Por lo tanto el pensamiento nunca es nuevo; el pensamiento es siempre viejo; el pensamiento no puede ser nunca libre, porque esta atado al pasado y por lo tanto no puede ver nada nuevo. Cuando comprendo esto con claridad, la mente se aquieta por completo sin ser controlada ni aquietada. La vida es un movimiento constante de relación y el pensamiento, tratando de capturar ese movimiento en terminos del pasado como memoria, siente miedo a la vida. Porque la vida le crea inseguridad. No existe sistema o método alguno-no importa que sea Zen del Japón o un sistema de la India- para lograr que la mente este quieta, porque lo mas tonto que pueda hacer la mente es disciplinarse para estar quieta. Si vemos ahora todo eso-si lo vemos realmente y no como algo teórico-de ese percibir surge entonces una acción, y esa acción es la que nos libera del miedo. Asi, en cada ocasión en que el miedo surge, hay inmediata percepción y terminación de ese miedo.¿Que mecanismo interno generó temor en el niño?¿Sintió temor por el golpe continuo de las aguas sobre la base de piedra?.¿Le generó inseguridad la falta de baranda del mismo?¿Que pasó por su imaginación?¿Que mecanismos del pasado se despertaron en su subconsciente? Mientras tanto el puente se mantiene allí, imponente, ajeno e inmune, formando parte del solitario paisaje.

lunes, 4 de agosto de 2008

Libertad

Para la mayoria de nosotros la libertad es una idea, no una realidad. Y partiendo de lo interno me pregunto si la mente humana puede alguna vez ser del todo libre. Si puede dejar de funcionar y vivir dentro de las fronteras de su propio condicionamiento. Ver como la mente, al comprender de manera verbal que no existe libertad alguna sobre la tierra, ni externa, ni internamente, comienza a inventar la libertad en otro mundo, en una liberación futura, un cielo, etc. Inquirir si la mente puede alguna vez ser libre de la dependencia de las desvirtudes de nuestra personalidad, como el miedo, la ansiedad, los problemas y conflictos tanto en lo consciente como en los estratos mas profundos del inconsciente. Si puede haber una libertad psicologica completa para que la mente pueda dar con algo que no sea temporal, ni producto del pensamiento y que al mismo tiempo no sea una evasión de la vida cotidiana. ¿Y cual es la importancia de esto? A menos que la mente este del todo libre interna, psicologicamente, no podemos apercibir lo que es la verdad. Apercibir si hay una realidad que no sea inventada por el temor, que no sea moldeada por la sociedad o por la cultura en que vivimos y que no sea una evasión de la rutina diaria, con su tedio, soledad, inquietud y desesperación. Y esto no es posible si no llevamos nuestra mirada a nuestro interior y nos damos cuenta de nuestro propio condicionamiento, de la monótona superficialidad, del vacío y la insuficiencia de nuestra vida cotidiana regida por el temor. Pero desde el comienzo de la exploración tiene que haber libertad porque para explorar profundamente no solo necesitamos libertad sino tambien disciplina. Tanto la libertad como la disciplina van juntas, entendiendo la palabra disciplina desde su raíz que significa "aprender". La libertad genera su propia disciplina. Estas dos cosas son esenciales. Uno no puede aprender sobre si mismo a menos que sea libre de modo que pueda observarse sin modelos, patrones, formulas ni conceptos. Aceptando el hecho de que nuestras mentes estan condicionadas tanto por la cultura como por la sociedad. Esta entrenada para aceptar el miedo y para evadirse si ello es posible de ese miedo y nunca somos capaces de dar por teminada esa estructura del miedo. De manera que mi pregunta es ¿puede la mente, tan recargada como esta, poner fin por completo, no solo a su condicionamiento, sino tambien a sus miedos? porque es el miedo lo que nos hace aceptar el condicionamiento. Uno no puede ver muy clara y profundamente mientras no esta libre de esa cualidad del miedo; y es obvio que cuando hay miedo no hay amor.

viernes, 1 de agosto de 2008

Pensamientos

El lapacho blanco inclina sus ramas, en una modesta reverencia a la pequeña cascada que serpentea a mis pies. Su suave murmullo melifica mi interior invitándome a una serena expectación y recogimiento de mis sentidos. El árbol, comprensivo, acaricia mi ser con una cascada de hojas sepias. En esa expectación, la conciencia refleja esa acción natural, pero en vez de hojas son remolinos de pensamientos que fluyen, unos tras otros. Los dejo fluir; les presto atención. Pensamientos, pensar, ¿de donde surgen? Presto más atención. Entiendo que estoy una vez más ante una experiencia cuyo contenido se convierte automáticamente en conocimiento. Conocimiento que se archiva en los estratos de la memoria fluyendo en pensamientos. Descubrí al lapacho de mi interior, origen del torbellino de hojas que se agitan en la superficie de la conciencia. Contemplo también que ninguna de las hojas había afectado al agua que fluía mansamente a mis pies. En mi interior tampoco afectó mis emociones, manteniendo la quietud emocional. Descubro que el ciclo culmina con el movimiento de las hojas al caer mecidas por el céfiro. En mi interior se traduce en acción. Un ciclo completo del ser: experiencia; conocimiento; memoria; pensamiento; acción. Un ciclo atrapado dentro de un espacio-tiempo de culminación y de un nuevo comienzo. Comprendí que este es el modo en que he vivido y que jamás he salido de ese campo. Y que el contenido de mi conciencia es todo aquello que genera el pensamiento. Tomo el contenido de mi conciencia y lo observo. Hay un contenido rico en carencias y neurosis, complejos y culpas. Descubrí uno de los motivos del torbellino. Ahora viene lo más difícil, acompañar al torbellino, comprenderlo y sentir como se disuelve, para vivenciar una conciencia vacía del cúmulo de las cargas del pasado. Para vivenciar el estado de una conciencia libre de hojas sepias.