jueves, 14 de agosto de 2008

Meditación fugaz

La creación no es para el talentoso, para el dotado, para éstos es la creatividad pero nunca la creación. La creación está más allá del pensamiento y de la imagen, más allá de la palabra y la expresión. No es para ser comunicada porque no puede formularse, no puede envolverse en palabras. Puede sentirse en estado de completa y lúcida atención.Las rosas temblaban ante la agitada respiración del céfiro que ludicamente deslizaba las perlas traslucidas de rocio de un petalo a otro;salpicando a un distraido picaflor que por libar el nectar de esos pétalos recibió un inesperado chapuzón.Los albos pétalos destellaban intermitentes refractando la luz que competia, posandose, con el pico del picaflor que libaba hiperactivo sobre ellos.Contemplo como gotas furtivas se deslizaban de hoja en hoja en una suave carrera de posta.Contemplar toda esta manifestación de la creación, ver, con el cerebro aquietado pero a la vez sereno, sin la presencia furtiva del pensamiento, sin la respuesta de la memoria, eso es ver realmente. Es el milagro de lo nuevo sin la carga vieja de los rotulos y de las etiquetas del pasado donde interviene el pensamiento y genera la separatividad.Ver sin que existan los adjetivos calificativos, lo hermoso, lo bello.No nos damos cuenta que transitamos el sendero de esta vida sin ver realmente, que nos manejamos con imagenes, con etiquetas.Sin capacidad de asombro o de sorpresa. No nos damos cuenta que las palabras, los gestos, las emociones nos impiden ver.Le damos un nombre a un árbol, a una flor, los ponemos en categorías, y “eso es tal cosa o tal otra”.Ver con la totalidad del ser es meditación. Ese “ver” es el milagro de la humildad.Para ver debe haber humildad, y la esencia de la humildad es la inocencia. Ahí está esa montaña iluminada por el sol de la tarde; verla por vez primera, verla, como si nunca se la hubiera visto antes, verla con inocencia, verla con ojos que han sido bañados por el vacío, con ojos no marcados por el conocimiento –entonces el ver es una experiencia extraordinaria. Es algo totalmente nuevo. Para ver esta cualidad de lo nuevo tiene que haber humildad, esa humildad que nunca ha sido contaminada por el orgullo, por la vanidad.Es algo tan completamente nuevo, que en esta atención total sólo hay silencio. Lo nuevo existe desde este vacío.Hay atención cuando el cerebro está totalmente quieto; vivo y sensible, pero quieto.La atención, el ver completo e instantáneo, termina con la soberbia. Este “estado” despierto es humildad. La atención es virtud porque en ella florecen la bondad y la caridad. Sin humildad no hay virtud.

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