lunes, 25 de mayo de 2009

Conocerse uno mismo

Domingo a la tarde. Respondiendo a una invitación, comparto con un amigo un café en el instante en que un partido de fútbol se desarrolla en un televisor que atrapa hipnóticamente a una multitud de simpatizantes, a los cuales en su mayoría la excesiva graduación alcohólica no los dejaba pensar ni expresarse correctamente. Reflexiono fugazmente que a veces tenemos miedo de enfrentarnos a nosotros mismos, de conocernos tal como somos, y preferimos aturdirnos, rodeándonos siempre de gente, y si llegamos a quedarnos solos, prendemos la radio o la televisión para no pensar. Para pensar con claridad, es fundamental conocerse a uno mismo. Comprender cómo es uno en realidad. No la imagen de lo que a uno le gustaría ser, sino comprender la fealdad, la insensibilidad, la violencia, la codicia, la envidia, la angustia de la soledad, la desesperación. Eso es lo que "realmente somos nosotros" y refleja como hemos sido incapaces de resolverlo e ir más allá de ello. Ante esta incapacidad de indagarlo, de comprenderlo, hemos introducido la idea del "superyo", del "atman". Es una de nuestras tretas que se nos ha dado vuelta en contra y nos hace vivir en perpetuo conflicto entre lo que somos y lo que deberíamos ser, o lo que el atman nos dice que deberíamos ser. Nos hacemos trampas a nosotros mismos y eso obviamente nos impide comprender. Para conocer, comprender, uno ha de mirarse: uno tiene que mirar. Igual que miro cuando quiero ver una flor, un picaflor, tengo que mirarme a mi mismo, porque no se lo que soy. Tengo que aprender acerca de mí, olvidándome de todo lo que dicen los filósofos, los psicólogos, los libros, los guías y los gurus. Vamos a olvidarnos de todo eso y a descubrir lo que somos. Somos calculadores, envidiosos, egoístas, corruptos; somos personas de dos caras, que decimos una cosa y hacemos otra, seres hipócritas que vivimos fingiendo, escondidos tras nuestro repertorio de máscaras; y como mar de fondo de todo ello, una sensación de sufrimiento, de dolor, de ansiedad, de tristeza, de punzante soledad. Eso es lo que somos, y si no lo comprendemos y vamos más allá de ello, ¿que posibilidad tenemos de comprender "eso" que es de una belleza extraordinaria, inexpresable? Aprender sobre uno mismo puede ser muy difícil debido a que uno esta en constante movimiento. Uno cambia a cada momento; nadie es permanentemente codicioso, permanentemente lascivo o violento. Uno esta vivo; fluctúa, cambia, y es sobre ese ser vivo sobre quién se ha de aprender. Para ello hemos de observar con mirada siempre nueva; aprender todo de nuevo a cada instante. ¿Nos damos cuenta de la dificultad que esto entraña? Uno es una entidad viva, no es un fósil y es ese ser vivo lo que tenemos que observar. Y lo que uno aprende acerca de él en un instante dado, debe abandonarlo, para que, al volver a mirarse un segundo después, lo que aprenda sea siempre nuevo. Descubriremos, si lo hacemos, que es en verdad fascinante lo que sucede al mirar y aprender así; porque entonces es muy poca la información que la mente retiene: se reduce a los conocimientos técnicos esenciales, nada más. De ese modo, la mente está atenta al movimiento del "yo"-que es una entidad tan compleja-no sólo en el nivel superficial, sino en los niveles más profundos.
Puede que, si uno es consciente y observa sus actividades superficiales, aprenda de nuevo a cada momento; pero ¿cómo aprenderemos acerca de las estancias secretas de la mente, de los motivos ocultos, de la compleja herencia contenida en ella? Todo eso vive en uno, escondido; y ¿cómo aprenderá acerca de ello? Aprender acerca de ello no significa analizarlo, sino observarlo en expectante atención durante el día: todos los movimientos, todas las insinuaciones y señales de los deseos secretos. Observémoslo; atrevámonos a descubrir las motivaciones, las intenciones, el lugar que ocupan la tradición y la herencia. Hagámoslo a medida que hablamos, y veremos que es posible hacerlo espontáneamente a lo largo de todo el día; y entonces, en el momento de irse a dormir, la mente estará en completo silencio. No habrá sueños, puesto que los sueños son una mera continuación, en forma simbólica, de los conflictos cotidianos; y si uno ha comprendido los movimientos cotidianos de su vida -egoísmo, la envidia, la ira-verá que su mente se vacía a cada instante de todo el pasado. Así veremos la importancia del conocimiento propio; no de aplicar lo que uno ha aprendido, sino de un continuo aprender que no conoce otro tiempo que el presente activo. Y para todo ello, necesitamos disciplina, que en origen significaba precisamente eso: "aprender". ¿Nos damos cuenta de lo que hemos hecho con esta palabra? Hemos convertido el aprendizaje en represión, control, conformismo, imitación, y a eso lo hemos llamado disciplina. Hemos reducido la disciplina una práctica rutinaria. Y en esa clase de disciplina, que es la que emplean todos los gurus, no hay libertad, hay únicamente deterioro y corrupción; mientras que el aprender sobre uno mismo-el aprender constante, no el haber aprendido- trae consigo su propio orden. Si estoy aprendiendo acerca del proceso entero del vivir, la acción misma de aprender lleva implícito su propio orden, que es su propia virtud; la virtud no es eso que nosotros cultivamos. Por lo tanto, vemos que es necesario conocerse a uno mismo, y para ello, ha de existir ese orden verdadero, que es disciplina, y no ha de intervenir en absoluto la acción de la voluntad. Porque la voluntad es la aseveración, la decisión, la afirmación de un deseo de ser; y en la acción de esa voluntad esta presente la elección:"no haré esto, pero haré aquello" Por favor, estemos atentos a esto; pues, a menos que aprendamos todo esto por lo que observamos en nosotros mismos, tendremos una vida desdichada. Podemos escapar de nosotros mismos, claro, dedicándonos a danzar el día entero, o podemos luchar contra lo que somos en realidad; eso es lo único que sabemos hacer: escapar o resistirnos. La resistencia es lucha; y escapar es acudir al templo, al guru, es el alcohol, las drogas, el sexo…, hay una variada gama de escapes. Y en todo ello participa la voluntad.¿Puede uno llevar cotidianamente una vida en la que no existan el movimiento y la acción de la voluntad? Eso significa una vida sin preferencias y elecciones, puesto que, cuando uno siente que puede elegir, vive en la contradicción. La elección cobra presencia cuando uno está confundido, ¿no es cierto? Cuando uno no sabe qué hacer, su mente está confusa, y de esa confusión nace la ilusión de poder elegir, que conduce a su vez a un acto de la voluntad. ¿Por qué estamos confundidos? La mayoría de nosotros lo está; ¿por qué? La razón es que uno no acepta las cosas tal como son, de modo que intenta cambiar lo que es y convertirlo en algo distinto; y en cuanto lo hace, hay conflicto, y de él nace la confusión. La acción de la voluntad es, así pues, producto de una mente confundida. En la meditación, por tanto, el movimiento de la voluntad no interviene en absoluto. Si estamos haciendo todo esto, nos encontraremos con el problema de la ilusión. El cerebro es producto del pasado. La estructura cerebral, las células, son el resultado de siglos y siglos de evolución. Para sobrevivir, el cerebro ha recopilado una colosal cantidad de conocimientos, pues lo único que le importa es eso: sobrevivir. El cerebro, en su búsqueda implacable de la seguridad que necesita para sobrevivir, prueba sin cesar una posible solución tras otra. Intenta encontrar la solución en las creencias, pone sus esperanzas en el nacionalismo, en la familia, en la cuenta bancaria, en una forma de vida neurótica; y, al no encontrar en nada de ello la seguridad deseada, acaba confiando en que encontrará permanencia en una doctrina, en un Dios, en una experiencia espiritual. Entonces ve que, ciertamente, existe seguridad en esa ilusión, y la ilusión cobra a partir de ese instante una importancia desmedida. Como ya dijimos, el cerebro, que necesita seguridad completa para poder funcionar con sensatez, se da cuenta de que no existe ninguna seguridad en el pensamiento. Hasta ahora había intentado encontrar seguridad en él porque era el único instrumento del que disponía, pero ahora ha visto que el pensamiento es memoria, que es pasado, que es la reacción del pasado; ha visto que el pensamiento no es libre, pues carga con todo el peso de los siglos y es la respuesta de la memoria; y ha visto que, por consiguiente, no hay seguridad alguna en las creencias con las que nos hemos identificado, dioses, sistemas políticos, organizaciones religiosas, ídolos, templos y gurus, puesto que todos ellos son invenciones del pensamiento.¿Qué sucede entonces? Pues sucede que, ahora, la mente, las células cerebrales se ocupan sólo de la supervivencia, de nada más: ni de los dioses ni de las ilusiones. La psique no existe, y lo único que importa entonces es la supervivencia física; que no es espiritual, que nada tiene de espiritual. Cuando el cerebro ve que la espiritualidad es una invención del pensamiento, una más de entre sus ilusiones, y se ocupa exclusivamente de sobrevivir en el plano físico, el resto del cerebro queda totalmente vacío. Y eso significa que en ese cerebro hay silencio total. ¿Qué cualidad tiene una mente en la que hay silencio absoluto? ¿Cómo es la mente que está quieta por completo? Porque sólo esa mente silenciosa, que está libre de distorsión, de tormento, es capaz de observar. La mayor parte de nosotros vivimos atormentados, ya que a lo largo del tiempo nos hemos torturado a fin de encontrar seguridad. Y la hemos encontrado —o eso esperamos, al menos— en la ilusión, que se convierte en una tortura más; toda nuestra disciplina, yoga y nuestros ejercicios respiratorios son una tortura compulsiva: «Debo levantarme a las seis; disciplinar al cuerpo, doblegarlo». ¿Qué le hemos hecho a nuestro cuerpo, a la mente, al corazón? El cuerpo tiene su propia inteligencia, y nosotros lo hemos destruido con nuestro engañoso deseo de placer. Necesitamos saber lo que es una mente silenciosa; porque sólo cuando la mente, el cerebro, está en silencio total puede percibir. Si quiero comprender lo que se me dice, debo escuchar en completo silencio. Cuando me dicen: «te amo», debo escuchar, ¿no?; debo escuchar con un corazón en el que no haya el más leve movimiento contradictorio. El corazón debe poder escuchar, y para ello se necesita una mente en completa quietud. Veamos la verdad de esto; nada más. No preguntemos cómo aquietar la mente, pues si lo hacemos habremos vuelto a caer en la vieja trampa, y encontraremos miles de gurus dispuestos a decirnos cómo hacerlo. Es tan sencillo como que, para percibir el árbol, la nube bañada por la luz del sol poniente, la luz reflejada en un remanso de agua, para poder simplemente percibir su belleza, la mente ha de estar muy silenciosa, ¿no es así? Si alguien nos amenaza de muerte, debemos escuchar, ¿no? Cuando nuestro jefe nos habla, lo escuchamos con toda atención; quizá no nos guste lo que nos está diciendo, quizá incluso nos resulte ofensivo, pero está claro que no tenemos más remedio que escucharlo, porque nuestra vida, nuestra subsistencia, nuestra economía dependen de ello. De manera que en ese instante estamos verdaderamente en silencio. Una manifestación de euforia, producto de un gol exacerba los ánimos y me vuelven a la realidad de un café que se había esfumado en furtivas volutas de humo.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

pocas veces me doy cuenta de lo que no hago (toni)

Anónimo dijo...

No se si has creado vos, esto,o lo extrajiste,pero creo que es una respuesta a muchas cosas de las que a veces me cuestiono,he pasado por diferentes etapas de las que nombras ahi,te felicito,y por fin aparece alguien que pone algo interesante,igual,debo volver a leerlo,con mas detenimiento,muy bueno.LUZ.

Julio Sergio Soria Alcalde dijo...

Me alegra luz que te haya servido y gracias por tus palabras...

Ojos Brujos dijo...

Hola!
Tan cierto como difícil. Encontrase a uno mismo... conocerse puede resultar difícil, no somos capaces de ser objetivos. No sé si por MIEDO a ver lo que realmente somos o tal vez por un EGO interior que nos hace creer, ver con tanta vividez una imágen distorsionada.
Tema de larga discusión.
Es muy bueno que escribas, ayudás a recordarnos lo que ya sabemos pero remotamente ponemos en práctica.
Saludos

Julio Sergio Soria Alcalde dijo...

Gracias ojos brujos por tus palabras y tu visita...

Anónimo dijo...

Encontrance a asi mismo es dificil,pero es bueno saber que uno es alguien, que dia a dia debe aprender cosas nuevas.besos bety muy interesante tu pagina.

Julio Sergio Soria Alcalde dijo...

Gracias Bety por tu visita y tu comentario. Me alegra que te haya gustado...

Emilce dijo...

Gracias por haberme invitado a tu bloog. La verdad es que todo lo que expones, alguna vez ha pasado, sonado, y retorcido mi mente. Por escencia soy una persona que siempre vuelve...vuelvo al vientre de mi madre, a la corteza de un viejo árbol, a la mirada de los perros que cruzo por la calle...ese regresar me hace sentir mas dolor, mas desaliento, mas sensibilidad. Vengo de una generación de mujeres que han estado permanentemente unidas a todo lo que se mantiene vibrando. Mi bisabuela era indígena y se encargó de dejar su células en todo tu descendencia, como una herencia sagrada y a la vez maldita. Por qué maldita? Porque nos mantiene en contacto permanente con todo, y todo implica también el dolor y la muerte...
Nos heredó asi mismo otras "sensibilidades" que nos llevan muchas veces a momentos que preferiría no vivirlos.
Hay mucha riqueza en lo que has escrito, muchas enseñanzas, pero también contradicciones. O tal vez, seré yo la que lo veo así?
Es un material excelente, por supuesto para imprimirlo y releerlo. Lo voy hacer.Te felicito

Julio Sergio Soria Alcalde dijo...

Gracias Emilce por tu visita y tus palabras. Has generado un interrogante con tu reflexión. Ahora los dos tenemos el compromiso de descubrir la causa de la contradiccion, si existe.Será un interesante viaje. Un beso.

Anónimo dijo...

Gracias por invitarme. Yo creo que esta es la vida misma, golpearse, levantarse, confundirse y esclarecerse, escaparse para poder retomar el camino que conllevará aciertos y desastrozas equivocaciones, dolorosas heridas y magnificas alegrías y ese será nuestro mayor aprendizaje, como bien dijiste yo también creo que estamos en un constante cambio, lo cual me lleva a pensar que es imposible conocernos en forma "permanente" entonces pues, aceptar (se), asumir(se) y reciclar(se) serán las llaves mágicas del día a día.-

Julio Sergio Soria Alcalde dijo...

Gracias a ti por acudir y por tu profunda reflexión...